IV

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Eri había resultado ser todo lo contrario a lo que ella creía, siendo muy tímida y asustadiza, una ternura de niña, pensaba en lo mucho que le gustaría tener una hija así, dulce, tierna y preciosa.

— Eri, mira —la chica apretó el botón de la tortuga de juguete que había comprado y esta tocó una música de cuna suave y proyectó unas estrellas en el techo.

— Es lindo... —la niña se sentó en la cama mirando las luces con una mirada asombrada y los ojos brillosos.

Cuando le contó a Dabi que iba a cuidar de la hija de Overhaul, se volvió loco, diciéndole que no tenía porqué hacerlo y que iba a matar a Shigaraki por ponerla en tal peligro. Luego se calmó y le pidió que se cuidara, diciendo una y otra vez lo fuerte que era, lo mucho que la quería y así.

》 Es una niña preciosa, sólo le falta amor 《

Acarició los largos cabellos blancos de la niña, que se acomodaba en sus brazos dispuesta a dormir, era la primera vez que sentía un apego tan grande con una niña, "¿este es el amor maternal?" Se preguntó. Era joven y estaba en edad de tener hijos y formar una familia, pero no podía. Cerró los ojos acomodándose con la niña en brazos, quien se despertó levemente asustada, pero volvió a dormir al ver los cabellos rojos de la villana.

No sabía cuanto tiempo había pasado desde que se había quedado dormida, pero la puerta de metal rechinó avisando la entrada de alguien.

Kiara se levantó primero, de golpe mirando al frente mientras intentaba enfocar la vista. Sabía que era un hombre, ahora el problema era averiguar cual de todos y al ser la mayoría de la yakusa conformada por hombres, no era nada fácil.

— Ya es de día, voy a llevarme a Eri —sintió a la niña escondiéndose detrás de su espalda, aferrándose a ella.

— Me dijiste que cuando sus heridas sanaran, Overhaul —le reclamó, tomando una de las pequeñas manos de la albina, mientras intentaba calmarla con esa caricia. El castaño hizo una señal con la mano y Nemoto y Chrono entraron a la habitación.

Los vellos de su nuca se erizaron, la última vez que estuvo en una habitación con el líder de la mafia japonesa y sus dos acompañentes acabó muy mal para ella. Tragó saliva, mientras se decía mentalmente que eso no volvería a ocurrir porque detrás de ella había alguien que buscaría hasta debajo de las piedras si algo llegase a ocurrirle, quemando y devastando todo a su paso.

— No, tenemos un trato. Mientras yo esté cuidando a la niña y tratando sus heridas, tú no vas a sacarla de esta habitación. —habló firme sin moverse ni un milímetro cuando a pasos lentos se acercó el castaño, quien no llevaba su típica mascarilla con forma de pico de pájaro, si no que una más sutil de color negro.

— No me tientes, fui una vez generoso contigo y te dejé tranquila cuando escapaste —la pelirroja tensó aún más su cuerpo cuando pasó su mano desde su mentón a su mejilla en una caricia.

— No sé de que hablas —se mantuvo firme, sin mostrar que ahora quería quería correr a su casa y llorar en brazos de su novio, los recuerdos comenzaban a golpearla duramente uno detrás de otro.

— Si no me dejas llevarme a Eri te haré recordar de qué exactamente te estoy hablando.

No supo en qué momento Chrono llegó detrás de ella, soltándole un chillido a la niña del susto, ella empujó al castaño encestándole un golpe en la cara a Chrono que lo hizo caer protegiendo a la niña con su cuerpo cuando vio la mano de Chisaki sin el guante yendo a gran velocidad hasta la niña.

Esperó volver a sentir ese ardor y luego verlo todo negro dispuesta a aceptar su destino, destino que había elegido con tal de atrasar unos minutos la tortura de la pequeña.

no control 「dabi」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora