En medio de un territorio rodeado por hermosa vegetación, se encontraba un árbol hecho de varios papeles, que le daban una apariencia discreta para su entorno.
Dentro de esta particular estructura se podía distinguir a un ninja de cabellos rojos y apariencia demacrada. El cual estaba conectado a una especie de maquina.
El poseedor del rinnengan respiraba con dificultad, mientras controlaba aquel cuerpo que todos los miembros de Akatsuki conocían por el nombre de Pain.
A unos cuantos kilómetros de ahí, el hombre con perforaciones en el rostro, caminaba por un amplio bosque asegurándose de que no hubiera enemigos cerca.
Ya iba a regresar a la base cuando escuchó unos ruidos en los arbustos. Sin pensarlo dos veces levantó su mano apuntando hacia ese lugar, con la intención de mandar a volar a cualquier persona oculta.
Pero para su sorpresa lo único que salio de ahí fueron dos pequeños zorros naranjas con manchas negras.
El mayor sonrió al ver a esas pequeñas creaturas.
"Han pasado años desde la última vez que vi algo así" pensó Pain para después acariciar a uno de ellos.
"Esa misión fue un completo desastre" cerró sus ojos dejándose llevar por el recuerdo.
Unos años antes...
En una aldea donde la lluvia era constante, un grupo de chicos que se dedicaban a buscar la paz, volvían de sus misiones algunos con grandes heridas y otros solo con simples moretones.
Todos se dirigían a la base donde sus líderes los esperaban gustosos o eso es lo que ellos creían. Ya que esa tarde sus superiores habían recibido demasiados documentos, y cierto pelinaranja no dejaba de hacer berrinche por eso.
-¿¡De donde salieron todos estos papeles!?- grito Yahiko tratando de no tropezarse.
Nagato que estaba sentado sobre el escritorio sonrió para después firmar algunos pendientes.
-Hace pocos salíamos y olvidamos organizarnos, sabes que esto es necesario, de otro modo no nos pagarían por nuestros servicios- explicó el pelirrojo tratando de hacer entrar en razón a su amigo de la infancia.
De mala gana el discípulo de Jiraya tomó asiento al lado de su compañero para ayudarlo.
-Lo sé, solo que es tedioso esta parte del trabajo- se sincero Yahiko sacandole una risita al poseedor del rinnengan.
-Te prometo que después de esto te prepararé algo rico para la cena-
-¿¡en serio!?- el líder no podía resistirse a tal invitación.
-Si, lo prometo- y de un momento a otro Yahiko abrazo a su amigo, restregando su mejilla contra la de él.
-¡Gracias Nagato! ¡Eres el mejor!-
El chico de piel pálida no pudo evitar sonrojarse ante tal muestra de afecto, de algún modo siempre lograba ocultar sus nervios.
Sin aviso la puerta de la habitación fue abierta dejando ver a Konan.
-¿Qué está pasando aquí?- dijo divertida la chica del origami.
-¡Konan!- el pelinaranja dejó de lado su acción, para acercarse a la mujer de ojos claros.
Eso entristecio un poco a Nagato, que solo opto por acomodarse la ropa.
-Les traigo una nueva misión- hablo la kunoichi entregandole a Yahiko un sobre.