Eran las siete de la mañana. Iba caminando al colegio con una cara llena de indiferencia al resto del mundo, de su alrededor, pero entonces una escena atrajo su atención delante a solo unos pasos. Una apareja de estudiantes que como él entraba esa mañana, inspecciono el uniforme, eran del colegio vecino. No debía inmiscuirse en lo que parecía una pelea de amantes.
Pero...
—¡Yo hago lo que quiero!-gritó el chico mayor tomando a su pareja del brazo.
—Me estás lastimando...-se quejó con dolor.
—Tú te lo buscaste.
—Solo deja de estar con ella tanto tiempo-sollozó-¿Te importa más ella que yo? ¡Yo soy tu novio, no ella!
—¡Los donceles no tienen derecho de comportarse así con nosotros!-le abofeteó bruscamente y lo empujó contra la pared de una casa-¡Si yo paso más tiempo con Kaede, eso a ti no te debe importar, tú solo sirves para satisfacerme, ella es la que quiero! ¿Comprendes, estúpido doncel?
—Pero... te amo-lloró con la mejilla hinchada y roja.
Eso fue suficiente para hacerle perder la poca cordura al joven rubio de ojos azules. Dejó caer la mochila de su hombro a la vereda y salió disparando en dirección a la persona que había golpeado a ese pobre doncel. Sin tener en cuenta su presencia, ya que golpeaba al menor en el rostro, levantó el brazo, cerró la mano con fuerza y le propinó una fuerte golpiza en la mejilla haciendo que este cayera al piso y se lamentara por el intenso dolor. El menor lo miró sorprendido con los ojos llorosos y la cara marcada.
—¡¿Quien mierda te crees para golpearme de esa manera?-gritó furioso.
—Alguien que protege-murmuró con cólera-¡No tienes derecho de pegarle! ¿Te crees un macho para levantarle la mano a gente débil? Bien-estiró sus dedos haciéndolos crujir-Pongámonos malos.
...
...
Los estudiantes comenzaron a ingresar y llenar los largos pasillos buscando sus aulas respectivas. Una nueva presencia entró al lugar y los murmullos y gritos emocionados por parte de las chicas y donceles no se hizo esperar. Suspiros escapaban de sus labios al admirar semejante hombre caminar por donde ellas/os transitaban, agradecidos de estar en el mismo instituto que Uchiha Sasuke, el menor de dos hermanos y uno de los chicos más ricos de Japón por ser portador de un apellido popular.
Como era una escuela privada, existían reglas y tres uniformes diferentes. Para los muchachos consistía en una camisa blanca, corbata azul muy oscura, saco negro con la insignia bordada en dorado y rojo, pantalones negros, por último zapatos del mismo color.
Para las chicas, pollera hasta las rodillas, a cuadros azul y negro. Camisa blanca y en lugar de corbata, era una cinta azul que pasaba por su cuello y se anudaba en un moño. Y para los donceles, era similar a los chicos, camisa blanca, pantalones negros, no usaban saco ni corbata, usaban un chaleco negro abotonado con la insignia en el pecho y zapatos negros. Se les tenía prohibido tanto a ellos como a las chicas, tener desabotonada la camisa.
La multitud rodeó al atractivo chico sin darle posibilidades de salir con tranquilidad. Frunció el seño notablemente molesto y el aura que despedía fue suficiente para intimidar a los demás, dándole vía libre de seguir a su curso. Sin embargo, iban detrás de él sonriendo y suspirando.
—Que envidia me das, Sasuke-bufó su compañero caminando a su lado.
—Entonces intenta superarme-sonrió de medio lado.
—Como si pudiera...-un aura deprimente lo rodeó-Te quedas con todas y todos, no dejas nada para nosotros-frunció el seño-Les has puesto las garras a toda mujer y doncel en este instituto, no es justo.
—Solo en cuestión de seducir y se entregan en bandeja de plata.-se detuvo abruptamente, tanto él como Suigetsu voltearon a ver en la puerta al chico que ingresaba.
Los murmullos no se hicieron esperar. Llenos de asombro por lucir ese aspecto, a medida que avanzaba se alejaban procurando no ocasionar ningún pleito.
—¿Qué rayos...?-Suigetsu quedó sin palabras.
Namikaze Naruto era su nombre, un muchacho de dieciséis años. El blondo ignoró toda mirada y temor hacia él por su aspecto, estaba enterado que tenía la camisa con sangre y los nudillos manchados del mismo liquido. Se había pasado, pero no iba a arrepentirse. Tenía odio, odio porque a pesar que defendió al doncel se seguir siendo maltratado, este lloró suplicando que parase porque lo amaba. ¿Cómo podía amar a alguien así? Tal parecía que le estaba siendo infiel con una chica y a pesar de ello, ese tonto lloraba por un hombre que no merecía sus lágrimas. Lo dejó tirado en el suelo y retó al menor con la mirada y unas simples palabras.
—Hazte valorar.
Luego tomó su mochila y se largó. La molestia no desaparecía de su cuerpo, pasó de largo y fue al baño para limpiarse y cambiarse de camisa. Tenía otra en la mochila, siempre venía preparado.
—¿Sabes, Sasuke?-se quedó mirando por donde había transitado el rubio-Te has acostado con todos los donceles y mujeres que quieras, pero no puedes negar que ese chico también está bueno-sonrió.-Pero no se fija en nadie, he oído que fue antes doncel... pero no sé si creer en eso.
—Sí, es atractivo. Su belleza es similar a la mía. Si fuera doncel, ten por seguro que lo haría mío. Ahora andando, se hace tarde. Y por cierto, Suigetsu, deja de decir tonterías.
...
...
Naruto lavó su rostro y manos abundantemente. Una vez se quitó aquel color rojo, fue el turno de la camisa. La dejó sobre el lavado abrió su mochila para buscar la restante completamente limpia. Se la puso mirándose al espejo, luego suspiró. Él era de los pocos alumnos que no traía casi nunca el saco, solo si era para actos o visitas de alguien de otro colegio, lo usaría por respeto al instituto.
Intentando calmarse por el mal rato de hace instantes, golpeó el espejo lastimándose la mano con unos pequeños fragmentos. No mostró ninguna mueca de dolor en su inexpresivo rostro.
—Ningún hombre hará daño a los donceles, no mientras yo esté ahí. Nadie... les hará lo que a mí, nadie...-se agarró del lavado quedando de rodillas, sin poder evitar que unas pocas lágrimas se deslizaran por sus mejillas.
—Naruto.
Se secó los ojos, respiró hondo y dejó escapar el aire ya más tranquilo. Se levantó y cargó la mochila en su espalda.
—¿Te sientes bien? Puedo decirle al profesor que...
—No, Gaara-le interrumpió-Estoy perfectamente-el brillo persistía en su visión, pero su rostro era frio como siempre. —Vamos a clases-pasó de él saliendo del baño.
El pelirrojo de ojos agua se quedó un momento sorprendido. Él podía llorar y al minuto tener esa expresión de odio en su cara. Debía ser doloroso vivir así.
—Eres sorprendente-susurró-Te seguiré a donde vayas, Namikaze.
(Continuará)
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Doncel fallido
RandomEn una escuela mixta, un par de muchachos tendrán un cambio de corazón. Naruto no tuvo una vida fácil, muchos conflictos abundan en su mente constantemente. Se declaró el protector de todos aquellos donceles que no tienen la capacidad de defenderse...