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No sabía como reaccionar al mensaje de Tomás, me encontraba tan bien por lo que acaba de pasar que no me entraba en la cabeza que algo malo acabara de pasar.

Tuve que mirar el mensaje varias veces antes de decidir llamarle, no sabía exactamente qué hacer. Estaba sentada en los pies de mi cama mientras los tonos de llamada sonaban en mi oído. 

-Tienes que cogerlo Tomás...-Digo desesperadamente. Suena una última vez el pitido, pero Tomás no lo coge y da paso al buzón de voz.

No tenía sentido. Nada tenía sentido, si le habían roto el coche a Tomás, significaba que cualquiera que estuviera detrás de él, lo había encontrado e incluso, sabía dónde vivía, o por lo menos donde iba a empezar a vivir.

Sabía que necesitaba ayuda pero yo ahora mismo no podía dársela y eso era lo que me sacaba de mis casillas.

Empecé a buscar una solución pero me di cuenta de que no podría ayudarle solamente por mi cuenta. Necesitaba a alguien.

Empecé a dar vueltas por mi habitación como si ésta fuera a darme una respuesta, pero no lo hizo en el instante.

Decidí ir a darme una ducha con la intención de que el agua caliente me destensara los músculos.

De repente me imaginé a Tomás aquí conmigo, diciéndome que todo iba a estar bien, que no pasaría nada, pero cuando abrí los ojos me di cuenta de que era todo lo contrario. Todo estaba mal.

Me sentí desolada al instante. Todos los recuerdos y sentimientos que viví con él en el ultimo mes pasaban como diapositivas por mi cabeza mientras el agua caliente me abría los poros de papel.

Es cierto que conocía a Sebastián demasiado poco tiempo como para sentir unos sentimientos realmente forjados pero eso no quitaba que me sintiera como si esto iba a desencadenar a algo mucho peor.

Intenté calmarme mientras me lavaba el pelo. Algo podía tener que hacer, no me podía dar por vencido tan fácilmente. Pensé que el hecho de que no cogiera el teléfono podría ser alguna tontería y que mañana podría hablar con él y que todo seguiría igual que antes.

Pero algo dentro de mí decía que anda iba a volver a ser igual.

Salí de la ducha sin tener muy claro qué hacer, era demasiado tarde y me encontraba muy cansada.

Me tumbé en la cama y el sueño me llegó mucho mas tarde de lo que pensaba. Pero conseguí dormirme.



Habían pasado los días y no había ni rastro de Tomás. Hasta mi hermana me preguntó si me había peleado con él o algo por el estilo. Ojalá poder decirle que sí y no estar ahora mismo tan preocupada por su vida. Había estado todos los días pensando en él. Día tarde y noche pensaba en alguna manera de contactar con él pero no daba con ella. imaginármelo sentado en la silla de mi escritorio garabateando cualquier cosa hacía que sintiera una punzada en el pecho muy parecida a la sensación que sentí cuando mi padre murió. Sentía que lo había perdido a él también y que no había hecho nada al respecto para recuperarlo y eso era lo que más me reconocía y me alteraba.

Hacía una semana de lo sucedido. Siete días exactos después de la fiesta. El clima seguía igual, mis amigos seguían igual. Todo seguía igual pero él no seguía aquí. 

Me miré al espejo. Me sentía saturada, tenía unas ojeras horribles y el pelo revoloteando en un moño, desesperado por salir de la goma. Resoplé. Necesitaba salir sola.

No había salido desde aquello, no había tenido valor a ver que todos los demás seguían estupendamente mientras que yo había perdido a el único chico que podría haber llegado a querer.

Quería despejarme, necesitaba una corriente de aire fresco que le indicara por donde ir como le pasaba a Pocahontas. Necesitaba no pensar en ello durante aunque fuera un minuto, o por lo menos, tenía que desahogarme.

Decidí no contar nada a ninguno de mis amigos, no quería asustarlos, ni mucho menos que me martillearan a preguntas como seguramente Nacho hubiera hecho.

Me quité el moño y agradecí que el pelo no estuviera tan encrespado como pensaba que estaba. No me molesté en maquillarme, me puse una camiseta ancha y unos pantalones de jogging. No tenía ganas de nada más que de salir, por lo que no me calenté mucho la cabeza.

Sin avisar cojo las llaves de casa y salgo dirigida al único sitio dónde sabía que iba a poder encontrar la paz, donde podría pensar tranquilamente y estar completamente sola.

Sabía que era probable que tardara más de lo esperado debido a que tampoco estaba muy enérgica pero tampoco le di mucha importancia. 

Siempre había tenido la necesidad de escuchar música mientras caminaba, pero esta vez decidí no ponerme nada. 

Respiré el aire fresco de verano mientras escuchaba de lejos el sonido urbano. Me sentía mejor. Andé varios minutos más y ya pude ver la gran escalera de piedra con la que ya estaba más que familiarizada. 

Me dirigía al mirador.

Cuando llegué exhausta a la cima de las escaleras, me encontré con lo de siempre. Un gran cielo lleno de estrellas iluminaban la pequeña ciudad. Miré alrededor y volvía a acordarme de Tomás, aquella noche cuando casi le beso a la luz de la luna...

Sacudí la cabeza e intenté eliminar esos recuerdos que por muy bonitos que fueran, lo único que me hacía ahora era daño. 

Me apoyé en la barandilla de metal. Me quedaba sin opciones. Miré al cielo y se me vino a la cabeza la cara de mi padre.

¿Estaría él al tanto de mi situación? ¿Sabría cómo me estoy sintiendo ahora mismo?

-Papá...-Susurre mirando al cielo.-No se que voy a hacer...

Empecé a pensar en mi padre. Pero recuerdos específicos, 

Uno en específico se me vino a la mente como una visión, demasiado claro para ser un recuerdo.

Me encontraba sentada en mi escritorio con mi padre sentado al lado, con el cuadernillo de problemas de matemáticas debajo del flexo. 

-Busca la respuesta...- Me decía mi padre.-Busca la respuesta y encontrarás la solución a todos los problemas que tengas, tanto aquí.-Dijo señalándomelos el cuaderno.-Tanto aquí.

Al finalizar la frase mi padre me señaló con el dedo índice el corazón y acto seguido me besó la frente.

Abrí los ojos como si acabase de despertar de un sueño. Volví a alzar la vista al cielo y recapacité dos segundos en lo que acababa de pasar.

"Busca la respuesta"

Eso es. Eso era lo que tenía que hacer me había quedado encerrada en casa sin siquiera mirar entre las cosas que me había dejado Tomás. Tenía que buscar ayuda, buscar a cualquiera que pudiera ayudarme ahora. Mis amigos. Pensé.

Me di la vuelta y bajé corriendo los escalones de dos en dos. Me sentía bastante esperanzada y tenía que encontrar algo en casa. Necesitaba por el bien de Tomás luchar por él. Tenía que empezar a hacer un plan.

Tenía que hacer justicia a todos esos sentimientos que brotaron en mí desde el día que le conocí. 

Tenía que ponerme manos a la obra, y justo eso era lo que iba a hacer.








LOCKEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora