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Amaba todo de él: sus hermosos ojos tan verdes como grandes aceitunas, su cuerpo tan suave como la lana y la calidez que emanaba su cuerpo. Verlo, al despertar, me provoca una sensación incomparable de tranquilidad.

En efecto, mi gato, Mr. Whiskers, es el ser más hermoso del mundo. Me habría quedado en la cama con él todo el día, pero el aroma a pancakes recién hechos me hacía la boca agua; así que me levanté.

Era el último día de vacaciones, al día siguiente iniciaría una nueva etapa en mi vida: la universidad. No sabía si sentirme nerviosa o feliz, así que opté por sentir ambas. Tomé una refrescante ducha que me llenó de energía. Me vestí con unos shorts de color rojo y una camiseta blanca; me até el pelo en un moño alto; salí de mi cuarto, me dirigí a las escalares y bajé con dirección a la cocina. Estaba hambrienta.

Sentados al rededor de la isla de marmol de la cocina, que es el lugar en el que acostumbramos a desayunar, estaban mis dos hermanos mayores: Ashell y Asky. Si ves a uno te garantizo que recordarás al otro, pues son exactamente iguales. Sí, estoy diciendo que son gemelos. A la derecha de Ashell estaba ubicado el asiento de mi padre, el cual se encontraba leyendo el periódico y bebiendo una taza de café amargo. ¿Cómo lo sabía? Pues, soy su hija y es mi deber saber cómo le gusta el café a mi papá, ¿qué esperaban? En fin, estaba vestido con su smoking negro listo para irse al trabajo en cuanto terminara. Mi familia es dueña de una agencia de viajes: JW Adventures. Por lo que mi papá es un hombre de negocios, uno MUY ocupado.

Mi mamá estaba frente a la estufa terminando de hacer los pancakes. Decidió hacer las cosas ella misma, dado que el servicio estaba de vacaciones. Traía puesto el vestido con el que iría a trabajar ese día, lo que provocaba unos movimientos un poco torpes porque estaba evitando mancharse. Me gustaba el hermoso color cyan que tenía ese vestido, le daba un aspecto fresco que, junto con su pelo cobrizo (el cual habíamos heredado mis hermanos y yo) ondulado, completaban aquella imagen que caracterizaba a mi madre: simple, pero elegante.

Mi familia siempre ha sido muy unida  y amaba pasar tiempo con ellos. Asky, que estaba sentado a la izquierda de Ashell, levantó la vista de su laptop, dirigió la dulce mirada que caracterizaba sus ojos cafés hacia mí y me dijo con voz divertida:

-¿Te vas a sentar o qué?

Cierto, me había quedado como idiota parada en la entrada de la cocina, por lo que me acerqué a la isla y me senté al lado de Asky, el cual me siguió diciendo:

-¿Has visto mi chamarra azul? No la he visto desde que llegamos de Grecia ayer.  Tampoco está en las cosas de Ashell.

-No, no la he visto.- Le dije encogiéndome de hombros, pero ¡claro que la tenía! Me encanta y pretendo usarla.

-¿Estás segura?- Dijo Ashell con el ceño fruncido. -En los últimos meses se me han perdido prendas y, casualmente, las encuentro entre tus cosas.

-En primer lugar, ¿qué hacías husmeando entre mis cosas?, y segundo, ¿me estás llamando ladrona?- Dije haciéndome la víctima.

-No respenderé a la primera,- dijo alzando las cejas y con tono de "nunca lo sabrás"- y segundo, es exactamente lo que estoy insinuando.

-Mira, Cosa 2, ten un poco de respeto por tu hermanita. - Protesté. Les decía Cosa 1 y Cosa 2 respectivamente, por las cosas del Gato Ensombrerado. Mi propósito era ofenderlos, pero para mi sorpresa se ofendieron porque ninguno quería ser la cosa 2. Ninguno quería ser la copia del otro.

Sosiego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora