Décimo Capítulo

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Después del desayuno, Matt encontró a Megan sentada en el sillón más alejado del salón. Tenía su mirada pérdida en el vacío de sus propios pensamientos. Él decidió quedarse allí por un momento. Quería observarla un poco más sin que ella supiera que lo hacía. Intentó descifrar la expresión de su rostro. Parecía preocupada y angustiada. ¿Qué pudo haber pasado?

Matt se acercó a ella.

-Hola, loca asesina.

-Debes dejar de llamarme así. No me gusta.

-De acuerdo. Buscaré otro apodo para ti.

Megan sonrió.

-Uno que no sea feo.

-Bien. ¿Esta todo bien, Megan? Pareces algo inquieta.

Ella lo miró y su preocupación volvió a sus lindos ojos.

-Acabo de hablar con él.

-¿él?

-Con... el demonio.

-Ah.

Matt aun no comprendía muy bien aquella situación. Por supuesto que le creía, solo que se le hacia un poco enredado todo aquello.

-Sigue admitiendo que fue él quien mató a Lorena. Solo me dice eso. Quiere que lo recuerde siempre. Quiere que recuerde de lo que él es capaz de hacer.

-No deberías ponerle tanta atención a esa cosa. Dicen que los demonios y todo eso se alimentan del miedo.

-O de las personas que son mas sensibles. Mas blandas, mas débiles... Algo así me han dicho.

-Tu no eres débil.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque reconozco la debilidad en una persona. Tu eres mucho mas fuerte de lo que crees, Meg. Apuesto a que si otra persona hubiera pasado por lo mismo que tu ya se habría quitado la vida. Se hubiera rendido. Pero tu sigues aquí.

Una lágrima cayó por la mejilla de la joven.

-Solo quiero que esto acabe - dijo en un pequeño y casi inaudible susurro.

-Lo se.

Una mujer comenzó a gritar en el centro del salón. Voltearon a mirar para ver que era lo que ocurría. Se encontraba tirada en el suelo mientras pedía ayuda. Las puertas se abrieron y dos enfermeras entraron  para sacarla de allí.

La mujer decía "¡El Diablo se ha metido aquí! ¡Vamos a morir!"

Matt negó con la cabeza. En verdad habían personas que sobrepasaban la locura. Sonrió por la idea.

Pasaron las horas y Megan no había vuelto a escuchar a su indeseable compañero. Se sentía aliviada. Matt le estaba contando los momentos más vergonzosos por los que había pasado. Un día se le había olvidado ponerse ropa interior y alguien bajó sus pantalones. El interpretó de una manera graciosa así que ella rió.

-Ahora cuentame tu que has hecho.

-Muy bien - La joven lo meditó por un momento. Tenía la historia perfecta - Era el aniversario de mis tíos y toda la familia estaba reunida. Habían repartido el pastel y no me lo había comido todavía, así que deje el plato en una silla mientras recogía algo que se me había caído. El caso fue que se me olvidó donde había dejado mi pedazo de ponque y me senté en la silla... Encima del pastel. ¡Fue muy vergonzoso!

Y, por primera vez desde que estaba allí, Megan pudo escuchar el increíble sonido de la risa de Matt. Una risa enérgica y llena de vida que él no tenía. Ella sonrió al verlo.

-¿Que hiciste después?

-No lo recuerdo.

Las puertas del salón se abrieron para darle la bienvenida a otro paciente.

Josh estaba aquí.

Y estaba peor de lo que Megan podía recordar.

Empezando por su cabello. Parecía como si él mismo lo hubiera cortado, pues estaba realmente disparejo. Una mujer sostenía su brazo con gentileza y le estaba diciendo unas cuantas cosas, las cuales él no parecía escuchar. Sus ojos comenzaron a inspeccionar el lugar. Miraba a las personas que allí se encontraban con miedo... Hasta sus ojos se pusieron en Megan. Ella vio como la sorpresa aparecía en el rostro de aquel chico. Se debe estar preguntando que demonios hacía ella allí.

La enfermera lo soltó y se retiró. Sin pensarlo dos veces, Josh corrió hasta donde Megan y Matt se sentaban y se arrodilló frente a ella.

-Megan, ¿Que sucede contigo? - los ojos del joven estaban llenos de lágrimas y sus labios temblaban, lo cual hizo que el corazón de Megan se encogiera de tristeza. Josh no merecía estar allí.

-Al parecer la gente piensa que estoy loca.

-Siempre lo has estado. No es nada nuevo.

Megan le contó lo que había sucedido con su familia.

-Vaya, que lío. Quizás si debas estar aquí después de todo.

Ella sonrió.

Él no lo hizo.

Encerrada en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora