Plan para enamorar [Dazatsu]

Mala inocencia {ed.}

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Todos admiran y odian algo en su vida, puede ser una persona, una forma de actuar, o algo más pequeño, como una acción, ¿Qué como es posible admirar y odiar algo? Es cierto que la mayor parte del tiempo puede ser envidia más que odio, ¿quién no ha envidiado a la persona que se esfuerza en el trabajo o la escuela y es reconocida por ello, pero al mismo tiempo admira la determinación que tuvo que tener para llegar ahí? ¿O qué tal odiar una ideología, pero admirar a las personas que hacen hasta lo imposible por defenderla?

En esencia, odiar y envidiar son cosas distintas, pero bastante ligadas entre sí, de la envidia mal alimentada puede nacer el rencor y el rencor da paso al odio.

Pero este no es su caso.

Dazai admiraba la inocencia, creía que las personas con esa cualidad eran de las mejores, fáciles de manipular, si, un punto débil, uno que utilizo a lo largo de su vida, pero igualmente admiraba ese rasgo en una persona, quizá fuera porque le recordaba aquello que le quitaron desde que era muy pequeño, o a lo mejor algo que nunca tuvo en sí, ya ni siquiera recordaba como era antes, antes de la port mafia, antes de mancharse las manos de sangre.

-Quizá nunca hubo un antes-.

Pero era gracias a eso, gracias a su pasado, que ahora quería hacer algo, sabía bien que no podía cambiar las cosas que hizo, todas las personas a las que mato, a todos aquellos a los que lastimo. Tanta manipulación, tanto entrenamiento, era una arma, siempre lo trataron como tal y siempre se vio como tal, el arma de Mori, un arma que debía mantenerse bien pulida, sin capacidad de elección.

Todos esos pensamientos cambiaron cuando conoció a odasaku, por primera vez se vio como algo más que un arma que debía estar lista para atacar, odasaku llego para cambiar su vida, su rumbo.

Y jamás se lo pudo agradecer.

Aunque fue gracias a él que empezó a apreciar y admirar esas pequeñas cosas que antes le habían inculcado como debilidades, ¿la torpeza? Te podía costar la vida y no se aceptaban errores, ¿la inocencia? Te hacía fácil de manipular y en ese negocio era algo que no podías ver muy a menudo, ¿el amor? Una perdida de tiempo.

Con el tiempo entendió que si bien todo eso eran debilidades, también eran fortalezas, aprendió a admirar la inocencia de los niños y los no tan niños, la torpeza se volvió parte del personaje que creo para poder cambiar de rumbo y porque no también se permitió adoptar en su personalidad un poco de esa torpeza. Aunque nunca se había enamorado ni pensaba que fuera algo posible, le gustaba pensar, en ocasiones, que tener alguien a quien proteger, que lo quisiera y aceptara aun conociendo su pasado, no podía ser tan malo.

Cuando conoció a atsushi pudo notar dos cosas además de su baja autoestima, la primera era que había sufrido mucho, que tenía un pasado que lo atormentaba y se le clavaba en la espalda cada vez que lo recordaba, y la segunda; que a pesar de ello en sus ojos, en esos ojos de niño desnutrido, aún podía notar la inocencia y pureza que le habían tratado de arrebatar. Tenía 18 años, no podía ser completamente inocente, claro que no, pero su ser despistado y que se moría de curiosidad por cosas que jamás había visto, la determinación de querer mostrarle a todos que no era un monstruo, sus ganas de ayudar, eran algo que no podía dejar de admirar.

O al menos eso era antes.

Ahora comenzaba a odiar esa inocencia y despiste.

¿La razón?

Hacía un par de meses que dazai había aceptado, en parte por influencia de ciertas personas, que lo que sentía por el peliblanco iba más allá de un simple cariño de mentor a discípulo o una atracción pasajera, como lo había creído desde que comenzó a querer estar más apegado a él, la curiosidad por su pasado que sintió cuando lo conoció se convirtió de a poco en admiración cuando descubrió todo lo que había sufrido, y esa admiración fue evolucionando en algo más, no podía llamarlo amor, él nunca conoció ese sentimiento, no sabía que era, pero sí que quería descubrirlo, con él a su lado.