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MÁS QUE UN CORAZÓN ROTO❜

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El último día del club de perdedores en Ámsterdam empieza gris, frío y lluvioso.

Es de esos días que te erizan la piel confirmando que tan hermoso como trágico es el ambiente; en donde se apagan las emociones, como si estas estuvieran sincronizadas con las gotas que caen del cielo de aquella mañana tan llena de incertidumbre para tantos. ¿Acaso deberían contar esto como una buena o mala señal? ¿Tendrían que sentirse en peligro o tranquilos? Tristemente, nadie tenía una respuesta.

Lo cierto es que es aterradora la manera en la que las calles de Ámsterdam que tan habitualmente están llenas, en ese día en especial, son solitarias. De hecho, parece que hubiera algún tipo de catástrofe al acecho y los habitantes de la ciudad lo saben, por lo que todos buscan un refugio con urgencia queriendo salvarse del desconocido enemigo que estaba por llegar, pero que lo sabían, tarde o temprano haría su aparición.

Y como si fuera un juego en el que indirectamente se tentaba al destino para que eventos desafortunados se desatarán, las puertas del hotel De L'Europe se abrieron de par en par dejando al descubierto una figura femenina que no tardó en acaparar la atención de los trabajadores y demás residentes que se encontraban en el living.

Es preciosa, aquel era el único pensamientos que rondaba por la cabeza de los que quedaron hipnotizados con la belleza de la mujer que portaba vestiduras de las más altas costuras. Su cabello es castaño oscuro y en el resaltan suaves hondas que se movían al compaz de cada paso que daba para acercarse hacia la recepción, su tez es oliva y nadie puede distinguir el color de sus ojos gracias a los lentes oscuros que tenía puestos, pero no hace falta para saber que con una mirada dejaría en el piso a cualquiera.

Es así de sencillo, ella tenía en claro que era hermosa y no había nada que le hiciera más feliz que explotar su belleza y que los demás se dieran cuenta de esta.

— Buenos días. — Empezó el recepcionista casi sosteniéndose del asiento tras la ventanilla al notar a la misteriosa mujer frente a él. — Bienvenida al... al hotel... — La castaña lo incitó a seguir dándole la más encantadora de las sonrisas, dejándolo sin aliento. — De L'Europe. — Completo agudizando notoriamente su voz. — Yo... usted... ehm, — El hombre aclaró su garganta sin darse cuenta de como ella disfrutaba de intimidarlo. — ¿Viene por una reservación?

— Oh, no. — Negó entretenida y tan sólo bastó esto para notar su acento británico. — En realidad, estoy buscando a un residente del hotel. — Ladeo su cabeza y se tomó unos segundos para acomodar un mechón de su cabello y posteriormente recargar sus antebrazos en el mesón que lo separaba del hombre de no más de veintidós años. — No se en que habitación se hospeda, pero quizás podrías ayudarme a llamar a uno de sus amigos... — Se encogió de hombros. — Por supuesto, si es posible. — Lo último lo dice con tal inocencia que por supuesto no poseía, pero que fue completamente creíble para el contrario.

(𝟐) 𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 | it. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora