Una chica llena de fuego y pasión

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UNA CHICA LLENA DE FUEGO Y PASIÓN

Cuando uno es joven piensa que tiene el mundo a sus pies, que el futuro nos tiene preparado un camino lleno de felicidad y perfección, que el sufrimiento es una mentira y que simplemente uno puede lograr absolutamente todo.

Mis padres eran dueños de una cadena de joyerías, por supuesto, yo, hijo único de su matrimonio, era el clásico niño rico y mimado, y cuando entre a la adolescencia me volví arrogante, prepotente y hasta violento con personas que según yo, no valían nada. Desafortunadamente la vida me golpearía fuertemente para darme cuenta de que todos los seres humanos somos iguales y valemos lo mismo independientemente de nuestras características físicas o nuestra condición social.

Con tan solo diesiciete años quede huérfano, mis padres habían fallecido en un asalto en uno de los locales, los asesinaron por defender su patrimonio, mi patrimonio, el producto de años de trabajo que yo hecharia a la basura de la noche a la mañana. Vendí las joyerías y me dediqué a darme buena vida, a esa edad y con tanto dinero en las manos uno cree que se comerá el mundo entero y que la riqueza nunca se acabará.

Durante un año estuve rodeado de falsos amigos y amores de mentira, gente que solo se acercaba a mi por interés, y con quién yo despilfarraba el dinero. Fue así como después de múltiples fiestas, salidas y algunos lujos me quedé en la calle, vendí mi auto y la casa de mis padres para sobrevivir, pero nunca tuve sentido de la administración, así qué ese dinero se esfumó tan rápido como llegó. Con las últimas monedas que tenía en mi poder compré algunas botellas de licor, las guardé en una bolsa de supermercado y caminé sin rumbo mientras bebía lo único que podía beber en ese momento. Sin darme cuenta llegué a una escalinata en la que tomé asiento solo para terminar de embrutecerme, hasta que sin darme cuenta él sueño me venció. En ese momento no me importaba nada, lo único que quería era perderme y olvidar todo, de no haber sido por un  maravilloso ángel que me salvó de un trágico final no estaría contando está historia.

Los rayos del sol comenzaban a asomarse y golpearon mi rostro. La sensación era cálida, aunque mi cuerpo no respondía y entre la resaca y la depresión lo único que conseguí fue quedarme inmóvil, hasta que de pronto escuché su dulce voz —¿Que tienes? ¿Estás bien?— mis ojos se entreabrieron y pude observar a una hermosa chica, una chica adolescente, esbelta, de piel clara, ojos púrpura y cabello largo por debajo de la cintura, de color negro con reflejos morados que me hablaba preocupada.

Sin darme cuenta había llegado al templo de la ciudad, y ella asistía a su abuelo, quien era el propietario, como sacerdotisa. En ese momento yo no tenía a donde ir, ni nada que perder, así que aprovechandone de la situación pedí asilo en ese lugar y afortunadamente lo obtuve. Por alguna extraña razón esa joven me atraía, pues era única, era demasiado temperamental, pero al mismo tiempo bondadosa, demasiado perfeccionista, siempre quería ser la mejor en todo, sofisticada y elegante. Era sorprendente para mí, como dos personas de la misma edad pueden ser y actuar tan distinto, por un lado estaba yo, un completo irresponsable y por el otro estaba ella, alguien que luchaba por salir adelante, esforzándose en cada acción, con una madurez sorprendente.

—Nicolas ¿Que tanto me miras?— en ese momento me sonrojé, no lo podía creer, se había dado cuenta. Siempre que podía la admiraba, me encantaba contemplar su rostro pensativo y concentrado cada vez que hacía alguna plegaría delante del fuego sagrado del templo. Era como observar una verdadera deidad.

—Disculpeme señorita Rei, lo que pasa es que yo... Bueno... Yo estaba...— Con tan solo mirarla sentía unos nervios indescriptibles, y qué decir de cuando me dirigía la palabra, comenzaba actuar como un completo lunático, palabras sin sentido salían de mi boca, incluso al hacer algún movimiento terminaba cayendome, golpeándome o chocando con algún objeto, actitud que causaba una hermosa sonrisa en Rei, y en mi una pena horrible.

—¿Estás enamorado muchacho?

—Si, eso creo— vaya, hasta el abuelo había descubierto mis sentimientos, y es que yo era demasiado obvio.

—Adelante muchacho conquistala— esa petición era difícil de cumplir, pues yo era un completo don nadie y sin embargo, ella era todo lo que un hombre podía desear, desde hacer una plegaria, hasta organizar alguna gran festividad, todo lo hacía muy bien ¿Que podía ofrecerle alguien como yo? Ella jamás me tomaría en cuenta, pero aún así lo decidí, le confesé mis sentimientos
—Señorita Rei, quiero que sepa que estoy enamorado de usted y quiero que me dé una oportunidad— por supuesto mi discurso no fue fluido, tartamudee no sé cuántas veces, mi rostro se puso de mil colores y desde luego, tropecé con todo lo que había a mi paso, ella no hizo más que reírse tiernamente, y nuevamente me sentí como un tonto.

—Nicolas, por favor, solo dime Rei, eres muy gracioso, contigo siempre me divierto, no había conocido a nadie como tú.

—¿Que quiere decir con eso?

—Todos los chicos que vienen a mi vida solo lo hacen por la herencia que recibiré cuando mi abuelo ya no esté, en cambio tu, eres auténtico, eres tú mismo, sin malicia ni ningún tipo de interés, además cada momento contigo es impredecible, siempre hay algo diferente, gracioso y nuevo— nuevamente dió una hermosa sonrisa que me dejó observándola como bobo.

—Rei, te prometo, que haré todo lo posible por ser digno de ti— le prometí a la chica de mis sueños.

Cada mañana yo la acompañaba al colegio se veía hermosa en su uniforme, esa camisa de manga larga sin botones de color beige, su minifalda de color gris y sus medias blancas con rayas delineaban su estilizada figura. Cierto día me quedé dormido, no escuché el despertador y Reí salió sola del templo,  llevaba un maletín con sus cosas del colegio, pero no pasó desapercibido por unos ladrones que de inmediato la interceptaron, por alguna extraña razón desperté sobresaltado, un mal presentimiento rondaba todo con cuerpo. Me levanté, vi la hora y de inmediato fui a buscar a Rei, pero ella ya se había ido, así que corrí rumbo a su colegio para alcanzarla, hasta que escuché su voz —¡Auxilio! ¡Ayúdenme!.

Corrí lo más rápido que pude para llegar a ella, aunque me pareció una eternidad, observé a lo lejos la escena y sin pensarlo me lancé a golpes sobre uno de los dos tipos que agredian a Rei, descuidando al otro sujeto quien ayudado por una navaja logró herirme gravemente. De pronto mi vista se nubló, comencé a ver todo más borroso y escuchaba la voz de Rei cada vez más lejana —¡Nicolas! ¡Nicolas! Por favor, no me dejes— escuchar sus palabras y su tono desesperado me partía el corazón, y así, sin poder hacer nada para consolarla quedé inconsciente.

Mis ojos se abrieron poco a poco, me encontraba en mi habitación en el templo, recostado, y con algunos vendajes que cubrian mis heridas, al girar mi cabeza para observar a mi alrededor la ví, ahí, recostada sobre el buró, velando por mi salud. —Rei ¿Que haces aquí?

—Nicolas no hables estás muy débil.

—Lo importante es que tu estás bien— quise estirar mi mano para tocar su hermoso rostro, pero no fue necesario, ella se acercó y para mí sorpresa, sus palabras me devolvieron las ganas de vivir —No sé que haría si te perdiera— y delicadamente colocó su cabeza sobre mi pecho.

—Seguirias con tu vida Rei— le dije en tono serio, pues pensaba que nunca sería digno de ella.

—No digas tonterías, nunca conocí a alguien como tú, le das sentido y alegría a mis días. Nicolas yo... Yo... Yo te amo.

¿Que era lo que había escuchado? ¿Me amaba? —Rei, yo también te amo. Y si tú me lo permites quiero cuidar de ti y hacerte feliz el resto de nuestras vidas.

Pasó el tiempo, me recuperé completamente, hasta que llegó el día indicado, después de tres años de un hermoso noviazgo, con momentos buenos y momentos malos como en todas las relaciones, uni mi vida a la de Rei, en una ceremonia que ella misma organizó, cuidando cada detalle, poniendo esa dedicación y empeño que solo ella sabe otorgarle a las cosas.

Fue difícil todo lo que pasé, superé cada prueba que me puso la vida haciéndome un hombre diferente, responsable y maduro. Agradezco cada golpe del destino, por qué gracias a cada obstáculo que me ponía mi suerte cambió para bien. No sé que habrá preparado en el mundo para mi en un futuro, pero si sé que hoy soy el hombre más afortunado del universo, tengo salud, el dinero suficiente para vivir decentemente al lado de mi hermosa y perfecta mujer, y sobretodo amor, el amor que conocí en la que hoy es mi esposa, en Rei, una chica llena de fuego y pasión.

One Shots de Sailor Moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora