20 | Epilogo

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Lo vi entrar con su uniforme de siempre a la sala donde acostumbrábamos a hacer lo nuestro. Hoy me fije mejor en su aspecto, la verdad es que era un hombre demasiado guapo, muy atractivo y no me sorprendía el hecho de que muchas de mis empleadas suspiraran por el. No me había tomado el tiempo como ahora de admirarlo. 

- Eras tu. - Susurre y el me miro con sus bellos ojos azules. Sonrió levemente y asintió. 

- Era yo. - Confirmo. Se hizo un silencio un poco tenso entre nosotros mientras nos mirábamos a los ojos fijamente, supongo que intentábamos adivinar lo que pensaba el otro. 

Estaba tan confundida, porque si sentía cosas muy fuertes por el y en eso estaba clara... mas las razones por las que no podía aceptar tan bonito amor eran mas grandes y poderosas. Gobernaban libremente en mi y sobretodo; en mi realidad.

- Leí la carta. Respeto lo que piensas, pero no me voy a alejar de ti cariño. No lo haría por ese motivo jamás. Creo que somos muy maduros para tolerar lo que hay entre nosotros, somos adultos. - Me sonrió cálidamente y sentí mi corazón acelerarse cuando lo vi acercarse a mi para sentarse en una silla frente a mi. - Seguiré con mi trabajo y me vas a disculpar pero también seguiré haciéndote cartas una que otra vez para alegrarte aunque sea un rato. 

- No es necesario. 

- Lo se pero quiero hacerlo porque me nace. - Murmuro. - Paloma, lo único que quiero aclararte es que no estoy jugando contigo, todas mis intenciones son sinceras aunque tu mente piense lo contrario. Nunca me he burlado de ti, en verdad me gustas. Me atraes. Me vuelves loco... y la tetraplejia no es ningún obstáculo y mucho menos un impedimento para sentir esto que siento por ti. Soy medico, además de que no soy ignorante como muchas veces lo has sido tu misma. Se lo que es una tetraplejia de tu nivel, estoy empapado de información al respecto de tu condición gracias a que eres mi paciente y es mi deber saberlo, pero en parte, voy a confesarte que me he pasado de la raya por el mismo cariño inusual que siento por ti. Me pareces una mujer atractiva... 

- Pero no estoy completa y eso todos lo deben de entender. - Lo interrumpí secamente.

- No, la que debe de entender es que una silla de ruedas no te hace menos mujer, que no camines, que no muevas tu cuerpo por ti sola no te hace menos... Estas mas completa de lo que crees, eres inteligente, carismática, Dios mío. Eres extraordinaria Paloma, sigues trabajando en una empresa que es grande y que no cualquiera que tiene su cuerpo en perfecto estado lo hace tan bien como tu. Solo te he observado estos años y no hago mas que admirarte... Tienes razones para seguirte maltratando psicológicamente y desear dormir y nunca mas volver a despertar, bueno, yo tengo razones para que sigas sonriendo y dar lo mejor de ti cada día. - Sin mas allá mis ojos se nublaron de lagrimas. - Eres preciosa y has despertado en mi los deseos que antes yo creía que estaban muertos cuando perdí a mi familia... a mi hija. Yo nunca te lo he contado pero yo estaba ahí... yo estaba ahí cuando recibiste la noticia. Estaba trabajando en esa clínica y me dio tanta tristeza ver esos luceros demacrados derramar lagrimas, te vi tan indefensa y me pregunte porque las almas buenas tenían que sufrir tanto, los inocentes tenían que pasar por esto, pues aunque no te conocía sabia que eras pura. 

- Me conociste ese día... - Susurre y el asintió limpiando mis mejillas delicadamente.

- Si, y te seguí observando todos esos meses y cuando te dieron de alta, hice que me recomendaran para ser tu fisioterapeuta personal. Mi propósito era simplemente estar cerca de ti para conocerte y al menos animarte, mostrarte mi apoyo pero tu sensualidad y belleza me gano. Me dio una gran cachetada porque me prometí a mi mismo no volver a amar, no volver a ilusionarme... 

Le di una sonrisa floja y suspire temblorosa. 

- Yo no soy sensual. 

- No discutiré eso contigo, para mi eres sensual y hermosa, punto. - Afirmo con seguridad y se acerco poco a poco para dejar un casto beso pero delicado en la comisura de mis labios. Se alejo lentamente para darme una leve sonrisa y pararse por su gran bolso a sacar algunos de sus instrumentos de ejercicio, yo solo lo observe muy atontada. 

En todo transcurso de la terapia no dijimos nada al respecto, claro esta que el ahora me formaba conversación con mas confianza que antes y me coqueteaba descaradamente haciéndome mas de una vez sonreír y sonrojar. 

Me sentí genial, aunque no lo quisiera admitir caí y me ilusione, lo quiero. Aunque no llegamos a nada y probablemente no lo hagamos... solo disfrutare esto, de el, de nosotros hasta que termine todo. Se ahora que con el tiempo, con su ayuda lograre manejar mi condición con mas madurez y serenidad, creo que le debo muchas gracias por aumentar un poquito mi ego.

¿Quién sabe? De pronto en un futuro muy lejano o en otra vida, el pueda llamarme con tal autoridad y cariño; Mi Dulce Paloma. 


The End

Mi Dulce Paloma © [ EN EDICIÓN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora