《Del Otro Lado Del Grito》TERMINADA

♧CAPITULO 6

Holly sentía mi sufrimiento por no poder estar con mi familia, sabía que tenía que estar con ellos, los veía sufrir por mi pérdida;

Holly: -No puedes regresar.- Sonaba apenada, quería convencerme.
Hazel: -¿Quién eres?.- Me alejé de ella retrocediendo unos pasos.
Holly: -Se acabó... Ven conmigo.- Su voz era suave y tranquila.
Hazel: -No te conozco. ¿Porque estás aquí?.-
Holly: -... Necesitas dejar la tierra. Estás muerta Hazel, tienes que dejarla.-
Hazel: -... Tengo que irme a casa.- Tal vez Holly tenía razón, no puedo volver a casa, pero necesitaba que mi familia supiera que estoy bien, necesitaba que ellos estén bien y salieran adelante. Pero lo más importante necesitaba hacer justicia por mí.
Sentí como me desmoronaba al alejarme y seguir mi camino, es como que algo en mí no estaba tranquila. Corría por las orillas del río, en busca de alguna salida, pero algo gigante de cristal en el que adentro contenía un barco chocaba contra las montañas situadas a lo lejos, se rompían, se destrozaban, se despedasaba. No lo entendía, eran los recuerdos que creaba con mi padre ¿Porque lo hace?. Veía a través de los reflejos de cristal, que mi padre estaba mal, la tristeza lo estaba consumiendo, sentía que era su culpa de lo sucedido, la única forma de aliviar el dolor, la rabia, el sufrimiento, fue romper las creaciones que hacíamos, incluso rompiendo todos. Se sentía cansado, aturdido, culpable, solo le quedaba el último recuerdo de los tantos que rompió. La sostuvo en sus manos, llorando y aferrándose a éste, acordándose de todo, admirando el único y último recuerdo.

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Mi asesino empezaba a sentirse a salvo con mi asesinato, sabía que la gente quería seguir, necesitaban olvidar. Se sentía tranquilo y pensó que nadie sospechaba de él. Pero había algo que mi asesino no entendió, no entendió de cuanto puede amar un padre a su hija.

Mi padre aún seguía sosteniendo el objeto, así que en mi memoria, prendió una vela y la colocó sobre la botella de cristal. Observó como su oficina era iluminada por la vela, volvió a mirarla, pero esta vez vió como la vela se movía en el reflejo de la ventana, es como que si un viento o con solo un suspiro provocará ese tipo de movimiento cuando en realidad la llama estaba quieta.
Entonces entendió que no estaba sola, que estaba bien, comprendiendo que aún seguía ahí. Todavía estaba con él, no estaba perdida o helada, o ida, estaba viva en mi mundo perfecto. En ese sitio podía cumplir o llegar a ser lo que siempre soñé, ser una estrella del pop, ser bailarina, jugar con Holly en los bosques otoñales, ser fotógrafa profesional, incluso esquiar. Holly se había convertido en mi mejor amiga, sentía el mismo sufrimiento, entendía por lo que estaba pasando, en ningún momento me dejó sola.

Mi padre aún despierto después de medianoche, fue a mi habitación. Al abrir la puerta, le recordaba todo a mi, observó mis libros, observó mis cosas, observó todo en general, aún mi cama seguía desarreglada como la última vez, recuerdo haberle dicho a mi madre que ordenaria todo después de la escuela, pero después de lo sucedido mi madre no quería tocar nada de mi habitación. Quería hacerse la idea que en algún momento regresaría a casa y me veería dormir en mi cama como siempre.
Mi padre observó que en mi mesita de luz estaba aquella bola de cristal que adentro tenía el pingüino de cuando era pequeña, la tomó y la agitó, recordando viejos tiempos, pero de pronto apareció mi hermanito Hunter, aún dormido buscando a mi padre;

Hunter: -Oye, vi a Hazel. Vino a mi habitación papá, me dió un beso.- Aún él no entendía, o más bien dicho no sabía lo que era una pérdida de alguien.
Peter: -Ven aquí Hunter.- Mi padre abrazó a mi hermano, lo abrazó como si fuera que Hunter sintió lo mismo que él.
Peter: -Yo la sentí hijo.-
Hunter: -¿Papá?.-
Peter: -¿Si hijo?.-
Hunter: -Creo que nos oye.- Dijo susurrando.
Mi padre levantó a mi hermano con la intención de llevarlo a dormir, pero sobre mi escritorio observó la caja de rollos y recordó aquel trato de revelarlos cada mes.