"Eres muy torpe," ChanYeol escuchó una risa.Estaba sirviéndose café en su cocina, tenía la taza en mano y el bote de café molido a su lado. No se esperó en ese momento que fuera a escuchar eso, pero cuando lo hizo, básicamente sintió que dio un bote. Ello lo llevó a tirar la porción de café que tenía en su cuchara sin servir.
El café se derramó por su encimera, el piso, y si no fuera poco, al sostener su taza con agua hirviendo, también tiró parte de ella por lo que se quemó su muñeca. Musitó entre labios una maldición, pero cuando volvió a escuchar la risita, se giró.
Estaba seguro de reconocer esa voz. La misma que lo había asustado y que le habló, por lo que todo se le cayó. De ese chico que vio la otra vez, ¿cómo se llamaba?
"¿Lu Han?" preguntó sin saber cómo el nombre había quedado tan grabado en su memoria. No era un nombre complicado de recordar, pero apenas lo había escuchado una vez, bien se le pudo haber olvidado a cualquiera. ChanYeol no vio a nada ni nadie, tampoco tuvo respuesta, entonces, se preguntó si aquello lo habría imaginado.
Suspiró. Era muy temprano por la mañana, probablemente lo hizo por su falta de sueño. Anoche había vuelto a levantarse por un ruido en su cocina. Estaba casi seguro de haber escuchado un cristal romperse, pero cuando bajó asustado por completo, como si temiera que alguien hubiera entrado a la fuerza a su casa—y después de todo lo que le había pasado, no estaba de más dudar—, no hubo nada. Ni un alma, y al garantizar que todas sus puertas estuvieran bien cerradas, ni siquiera quiso salir al jardín a revisar algo más.
Suficiente había tenido con el asunto de los gatos.
Dejó entonces su taza sobre la encimera y buscó a su alrededor. Fue de inmediato por el trapo que tenía para secarse su brazo. Había quedado una marca roja del agua, pero siquiera no parecía ser grave. Decidió que podría revisarla a profundidad más tarde, aunque no creía que tuviera nada que atender como las heridas en sus manos de la vez pasada. De menos esas ya habían cicatrizado y ahora solo se ponía una crema si llegaban a dolerle.
Con eso aparte, pudo agacharse para recoger su desastre. Mas, al ya estar acuclillado en el piso, cuando quiso juntar el café, en una inesperada ventisca, el café se levantó y le llegó a los ojos. ChanYeol se quejó de inmediato y llevó sus manos a estos.
"Agh, ¿por qué...?" la risita se escuchó de nuevo, pero ChanYeol no pudo ni terminar su oración cuando sintió que era empujado con fuerza. Una fuerza tan grande que lo dejó retrocediendo súbitamente hasta su lavatrastos. Se golpeó ahí la espalda. "¡Ah!"
"Qué idiota," escuchó, pero la voz era distinta, tenía una tonalidad mucho más grave. Intentó abrir los ojos por eso, pero los sentía irritados, no estaba viendo del todo bien, su visión se veía nublada, probablemente por las lágrimas que habían alcanzado a salir en el intento de limpiarle. Eso no ayudó, menos cuando captó una figura moverse cerca y al acuclillarse frente a él no tuvo oportunidad de hablarle o siquiera reaccionar cuando ya lo estaba levantando por el cuello con una fuerza impresionante que lo dejó sin sus pies tocando el suelo. "¿Cuándo vas a hablarle de mí, ChanYeol? ¿Cuándo?"
Sintió un sofoco. Estaba perdiendo el oxígeno con esa mano apretando en su cuello. Sus manos se fueron por instinto a esta, con búsqueda de su liberación, pero solo le provocó más daño, el retén se había intensificado y ahora solo podía exclamar gritos ahogados mientras sus pies se movían desesperados por encontrar un punto fijo.
"Háblale de mí, ChanYeol, pregúntale," no sabía qué estaba escuchando, no entendía a qué se refería, pero su mente pareció ser más rápida al pensar sobre esto, porque un solo nombre se repitió como mantra dentro de ella. «Lu Han. Lu Han. Lu Han. Lu Han.» "Que te diga lo que él me hizo, que te lo cuente todo."
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Haven [ChanBaek/BaekYeol]
FanfictionAlguna vez ChanYeol soñó con tener su propia casa. Pensaba que, luego de graduarse, hacerse de un trabajo y tener cierta estabilidad económica, sería capaz de adquirir un lugar propio. Volverse independiente. Consiguió de ese modo su refugio, ¡qué m...