— ¿Estás segura de que no quieres que te tiña el cabello de... no sé, negro? —Me pregunta por tercera vez el estilista. Ya me tiene un poco irritada.
—No —contesté, firme— , solo quiero que me corte las puntas, las cuales están hechas un desastre. Y me gusta mi cabello virgen, así que solo córtelo, por favor.
Él asiente.
—Okey, pero ¿no quieres que te haga algo más?
Ruedo los ojos ante su pregunta, pero lo pienso por unos segundos.
Bueno, un pequeño cambio no le hará daño a nadie así que, después de lo que me pareció un minuto, me trago mis palabras y hablo:
—Está bien, tíñame las puntas de un rosa palido pero llamativo, por favor —respondo mientras observo mi cabello en el espejo frente a mí.
— ¿No que te gustaba virgen? —pregunta burlesco el hombre, con una ceja alzada.
Suelto una risita carente de humor.
—Sí, me gusta virgen pero igual me gustaría si me tiñe solo las puntas.
El estilista sonríe complacido por mi respuesta, y tras escuchar la seguridad en mis palabras, comienza a trabajar en mi cabello.
Veo el tinte que va a usar, cierro los ojos con fuerza y suelto un sonoro suspiro.
Ya no hay vuelta atrás, digo para mí misma.
(***)
Miro mi reflejo en el gran espejo que se encuentra en la peluquería.
Mi cabello luce genial. Me gusta el difuminado que el hombre creó con mi tono rubio natural y el rosa.
—Gracias, ¡me encanta! —Le agradezo sin dejar de observarme en el espejo. La verdad, mi cabello quedó excelente. No dejo de pasar mis dedos por él. Las puntas color rosa se encuentran onduladas, mientras que la parte superior se encuentra lacio.
—No hay de qué. Es lo menos que puedo hacer por casi teñir tu cabello en vez de cortarlo —responde Larry, de una manera dulce. Sí, se llama Larry y hasta ahora no sabía su nombre.
Me enojé mucho con él cuando vi que estaba a punto de teñir mi cabello. Aunque según él, se encontraba muy cansado y me confundió con una chica que vino hace una semana con la intención de teñirse el cabello.
—Bueno, Larry, cuando necesite un retoque en las puntas acudiré a ti —Le informé, con una sonrisa amigable en el rostro.
—Te estaré esperando, cariño.
Salgo del salón de belleza diciéndole adiós con mi mano.
Saco el teléfono de mi pequeño bolso y reviso la hora en él.
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El chico de al lado
Teen FictionSiete años han pasado desde que vio a su madre por última vez en persona. Siete largos años en los que se ha preguntado porqué ella no la visita nunca. Porqué solo le envía mensajes y la ve detrás de una pantalla. A Mia siempre le hizo falta su m...