Después de almorzar subo a mi habitación con la intención de leer alguno de los libros que compré hoy.
Tomo el libro Bajo la misma estrella y trato de adentrarme en él, para juzgar por mí misma si es tan bueno o no. Muchos dicen que sí, tiene muy buenas reseñas, pero no logro concentrarme del todo. Todo lo que pienso es en Carl, en si estará con Melissa, en qué estarán haciendo en este momento, ¿se habrán acostado?
Alejo ese pensamiento de inmediato. Pensar en eso no me hace bien y solo lograré martirizarme imaginando distintos escenarios.
He avanzado mucho en la lectura, pero como soy consciente de que no estoy reteniendo nada, dejo el libro en mi mesita de noche y tomo mi teléfono para echarle un vistazo.
6:38pm, ¿será que salgo a trotar un rato?
Decido que sí porque me vendrá bien, necesito despejar mi mente de esos pensamientos tortuosos.
Cierro mi ventana y corro las cortinas para no darle ningún espectáculo a ese chico de ojos grises. Cuando me aseguro de que no verá nada, empiezo a deshacerme de la ropa que traigo puesta y tomo un conjunto para hacer ejercicio; la cual consiste en un top deportivo rosa pálido, un mono de algodón negro y unas zapatillas deportivas blancas.
Una combinación bonita, me gusta.
Me observo en el espejo y decido sujetar mi cabello en una coleta alta. Tomo mi celular junto con mis audífonos para salir de la habitación. Dejo una nota en el refrigerador para papá diciéndole que volveré dentro de un rato y que no debe preocuparse.
Me dirijo a la puerta principal y salgo, estoy cerrándola cuando mi vista viaja hasta la casa vecina. Y qué sorpresa, Lucas está saliendo también.
Ruego en mi fuero interno para que no me vea, pero ya debo resignarme en estas situaciones. Yo deseando que no me vea, pero siempre me descubre.
Él esboza una sonrisa juguetona mostrando sus dientes—. Hola, vecina.
Muerdo mi labio inferior por el tono de voz que usó. Su vista va a esa zona.
Dios, ¿por qué me lo pones tan difícil?
Sacudo la cabeza y le contesto.
—Hola, vecino.
Lucas ladea divertido la cabeza al ver que uso el mismo que anteriormente él usó.
— ¿A dónde vas? —pregunta intrigado.
No paso por alto que su mirada me recorre de arriba a bajo y viceversa hasta detenerse en mis ojos, e inmediatamente siento mis mejillas enrojecer.
—Lo mismo me pregunto yo, Lucas —pronuncio su nombre lentamente.
¿Qué me pasa?
—Iré al gimnasio a boxear un poco —contesta, metiendo las manos en los bolsillos de su mono de algodón gris –muy parecido al mío– y encogiéndose de hombros—, ¿y tú?
— ¿Boxear? ¿desde cuándo tú boxeas? —la pregunta abandona mis labios. Mi ceño se frunce, él jamás lo había mencionado.
—Desde nunca —Una pequeña risa trepa por su garganta—. Es solo que Gabe me invitó a boxear un rato con él, le dije que jamás lo había practicado, entonces se ofreció a enseñarme o algo parecido, así que acepté.
¿Gabe? ¿Quién es?
Busco en mi mente ese nombre y el recuerdo de ojos color miel llegan a mí. Gabe es ese chico con el que tropecé en el centro comercial, estaba con Lucas. Deduzco que es ese Gabe.
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El chico de al lado
Novela JuvenilSiete años han pasado desde que vio a su madre por última vez en persona. Siete largos años en los que se ha preguntado porqué ella no la visita nunca. Porqué solo le envía mensajes y la ve detrás de una pantalla. A Mia siempre le hizo falta su m...