18 septiembre 1930
Querido amigo poeta:
Espero te encuentres de maravilla en tu país natal.
Al marcharte de aquí no solo me dejaste con la falta de tu persona, sino también con muchas dudas. La incertidumbre me consume, me gustaría saber cómo se encuentra tu madre, antes de que te fueras estaba en un estado de salud realmente crítico, te ruego que me informes sobre ella, pues no he podido conciliar el sueño en estas últimas semanas pensando en la posibilidad de que estés sufriendo su fallecimiento. Solo de imaginarme que ha muerto se me hace un nudo en el corazón, me tiemblan las manos y no consigo hacer ni una sola pintura decente, de verdad deseo con todo fervor que se haya recuperado. Pero si no es así, iré pidiéndole a mi jardinero que se prepare para que me acompañe y viajemos a tu país, allá le pediría que haga un enorme ramo de rosas para darte mis condolencias. Podríamos hacer un ramo con las flores de mi jardín, pero llegarían marchitas y con mi ánimo decaído tendría más que suficiente.
Me hablaste tan bien de ella que incluso llegué a sentir que era mi propia madre, comprenderás que no es solo por tu felicidad que deseo que esté viva y gozando de salud, sino también por la mía propia.
Por cierto, tengo algo de suma importancia que contarte, es algo bueno que me ocurrió, estoy seguro de que te traerá alegrías como lo ha hecho conmigo, lo sé porque siempre dijiste que tu estado de ánimo era un efecto colateral del mío. Pero no te cuento más, porque es justamente ese mismo motivo por el que me urge saber cómo sigue tu madre.
Es la primera vez que mando una carta a tu país, así que no tengo noción de cuánto tardará en llegar, podría hacer un cálculo tomando como base las cartas que se enviaban tú y tu madre cuando morabas aquí, pero tomo en cuenta que el encargado del correo es tu enemigo desde que te hizo aquella traición, así que siempre nos quedamos con la duda de si le metía mano a las cartas que enviabas y recibías.
Espero respuestas.
Sin más que decir, te quiere, tu amigo el pintor.