06 de octubre 1930
Querido amigo pintor:
No sabes qué gratificante es recibir finalmente noticias tuyas. Te escribí un par de cartas hace semanas, por todo lo que dices es más que evidente que no las recibiste, no sé por qué te sigue quedando duda respecto a las trampas que hace el cartero.
Sé que ha pasado poco tiempo desde nuestra despedida, pero a mí me dolió al instante nuestra separación, desde el primer segundo te añoré, no tuve que esperar a que algún suceso u objeto me recordara tu ausencia, pues el corazón me lo advirtió desde el primer latido, tú sabes que en cuanto a extrañar a los demás el tiempo nunca ha sido igual para mí como lo es para el resto de las personas.
Disculpa por andarme con rodeos, pero mi madre está rebosante de salud. Si te hubiesen llegado las cartas que te mandé, ya estarías aquí, ya que en ellas te dije que mi madre moriría en cualquier momento, sin embargo las cosas cambiaron para bien desde ese entonces, algo hizo que se levantara de la cama, ella dice que fue mi regreso, pero yo creo que el nuevo médico está haciendo un excelente trabajo.
Le enseñé tu carta a mi madre y se mostró bastante alegre al enterarse de tu aprecio por ella. Te agradará saber que ella también te siente ya como un hijo, porque ahora que estoy aquí le hablo tanto de ti, igual que como si fueses uno de esos versos que uno nunca se cansa de repetir.
En cuanto a nuevos sucesos también tengo algo que contarte. Anteayer salí a un bar ubicado a un kilómetro de mi casa, no es bonito ni limpio como los que tú y yo solíamos frecuentar, pero es lo que me queda más cerca a pie y lo que mejor se acomoda a mis bolsillos. En ese bar conocí a un hombre que cautivó mis oídos, por su elocuencia y palabras rimbombantes me fue fácil deducir que podría tratarse de uno de los míos, y efectivamente acerté de dos maneras, ya que es poeta como yo, la otra forma ya te la imaginarás.
El reconocimiento fue mutuo, sin percatarnos de ello terminamos charlando sobre nosotros y nuestros escritos, me dijo que le gustaría imprimir algunos de mis poemas en su revista, resulta ser que tiene su propia editorial. No sabes cómo me entusiasma la idea de poder dar a conocer mi poesía y poder compartir mis palabras de alegría con el mundo. En cuanto salgan las primeras impresiones de la revista yo mismo me encargaré de hacerte llegar una copia, dudo mucho que la vendan por allá, puesto que no solo tenemos fronteras de por medio, sino también el idioma.
Me intriga demasiado saber esa agradable noticia de la que me hablaste a medias, pero solo con imaginar que estás feliz yo me siento de la misma manera.
Te añora, tu amigo el poeta.