06 de marzo de 1936
Querido amigo poeta:
Te imploro desde lo más recóndito de mi ser que intentes quererme como yo te quiero a ti.
El solo hecho de pensar que no puedo corresponderte como tu quisieras me hace sentir culpa. Ojalá nunca te hubieras enamorado de mí.
Te tengo una mala noticia. Mi hijo le contó a Romelia sobre lo nuestro, eso que ocurrió ya hace años, pero que siempre vuelve a ser tema de conversación en nuestras cartas. No estoy seguro de cómo fue que él se enteró, guardo todas tus cartas bajo llave, pero es muy listo e indudablemente ha de haber encontrado la forma de hacerse de ellas, aunque es más probable que simplemente me haya escuchado hablar de ti entre sueños, porque aún no sabe leer muy bien, o vaya a saber cómo lo supo.
Desde el primer momento noté un aura extraña en él, no sabía cómo comportarse con su padre, si tratarme distante o ser cariñoso como siempre. Apenas íbamos a comenzar a cenar cuando mencionó lo nuestro de una forma bastante inocente e incluso inoportuna. No probé siquiera el primer bocado para cuando su revelación hizo que me atragantara con mi propia saliva de la impresión que me llevé. Romelia por su parte comprendió cada palabra que salía de su boquita, por supuesto que le creyó todo, nuestro hijo no miente, sabes que detesto a los mentirosos, irónicamente más ahora que he tenido que convertirme en uno de ellos. Ella ni siquiera esperó que yo le confirmara los hechos, ya veía venir algo así, llevaba días sin acostarme con ella porque repentinamente me consumía la culpa que llevo cargando desde hace años y no podía pensar en otra cosa que no fuera en lo que pasó entre tú y yo. Tanto tiempo y aún siento el error tan fresco. Lo único que hizo fue levantarse de la mesa con un andar tan calmado que me sacaba de quicio incluso más que si hubiese hecho un drama, recogió su plato y el de Hermann y luego le dijo "vámonos", no sonó como una orden, más bien le explicó con esa sola palabra que lo que su padre y su tío hicieron era una calamidad. Ni siquiera me permitió objetar, se marchó de inmediato, pues dejé de existir desde el momento en que le rompí el corazón.
Sospecho que llegó a la errada conclusión de que no la podía amar en la cama porque te amo a ti, pero está equivocada, yo la amo más que a nada en la vida, fue la culpa de no poder amarte a ti lo que me llevó a perderla a ella. Irónico que el amor nos haga perder a quienes amamos.
Se marcharon y no han vuelto más, supongo que ha de estar con su madre, porque no hay otro lugar al que pueda ir. Los añoro mucho, nunca me había sentido tan desdichado.
Te quiere tu amigo el pintor.