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— Como bien sabéis, estáis aquí para proteger y defender a cualquiera que se os indique — caminaba Felix delante de una fila de hombres, de entre veinticinco y treinta años aproximadamente.
— Deberéis obedecer cada una de las órdenes de nuestro líder, Bangchan — dice mirando en su dirección, detrás de él — además del resto de los miembros principales de este lugar.
— Una vez que habéis aceptado estar aquí, más os vale trabajar duro, y muy importante, si me entero de alguien aliado con cualquier enemigo que tengamos, no os iréis de rositas. ¿Está claro?
Todos ellos asintieron, así que Felix procedió a explicar normas, horarios, actividades y lo que era necesario para pertenecer a ese sector de la mafia.
— Podéis iros, mañana aquí a las siete y media de la mañana. Adiós — Lix y Chan se fueron, preparándose para el próximo día.
[...]
— Bien, como os dije ayer, vais a aprender a manejar francos, pistolas, puños, y movidas varias... Yo seré vuestro entrenador principal, pero también vendrán el resto de nosotros para prepararos en varios campos — explicó Felix — hoy tenemos aquí a Lee Minho, él os ayudara a mejorar vuestra puntería a una larga distancia.
— Como bien ha dicho Felix, conmigo vais a aprender a usar armas, sobre todo de mira, y a gran distancia — agregó Minho.
— Pasemos al campo de tiro — dijo Lix.
[...]
— Hey, tío, ¿qué tal vas? — dijo uno de los nuevos hombres a su compañero, a la vez que salían de la sala de prácticas.
Llevaban ya unas cuántas semanas con el período de entrenamiento y aún les faltaba bastante para estar preparados y ponerse a trabajar en serio.
— Bien, aunque... ese tal Changbin, ¿no te parece algo creído? Digo, parece que presume de sus habilidades a menudo — aclaró su compañero.
— Bueno, solo porque él sepa movimientos que no has conseguido hacer no tiene por que ser un creído. Entrena más para la próxima amigo.
