Era un día miércoles de invierno y nevaba como si no hubiese un mañana. Tenía mucho frío y fui por un café a la cafetería más cercana. Entré y fue en cuestión de segundos y ya estaba disfrutando de mi café. Y ahí estabas tú, sentado, solo, mirando por la ventana. Honestamente te estuve mirando por mucho tiempo, te observaba. El tiempo pasó volando, miré mi reloj y ya eran las 7 de la tarde, salí de la cafetería y volví a mi departamento. Me bañé, me puse el pijama y me acosté. Al apagar la luz, pensé en ti, en tu mirada, en tus ojos, en todo y me dormí.
Desperté, eran las 7 de la mañana, me vestí, tomé desayuno y me fui a la universidad.
Tengo 18 años y es mi primer año de medicina.
Luego de la universidad fui por mi café diario. Y ahí estabas tú, sentado mirando por la ventana, pensando en quién sabe qué. Te observé todo el tiempo que pasé allí. Parecías callado, o tranquilo, quizás tímido...pero único. El resto de los días fueron así, iba por mi café y me sentaba a contemplarte. Pero un día fue diferente, esta vez me miraste.