Desperté muy temprano, eran las 8:00. Tenía que desayunar, bañarme, vestirme e ir al Centro Comercial con Sam a comprar ropa.
Entramos a las 12:00 y salímos a las 16:00, como típica mujer, me demoré 4 horas en elegir: Un jeans azul oscuro y un poleron negro.
Llegamos a mi departamento. Me bañé y me puse la ropa. Pero Sam no aguantó las ganas, y suplicó maquillarme. El problema era que no soy de las chicas que usan mucho maquillaje, y sé que todas dicen lo mismo, pero de verdad, sólo ocupo una base y un buen rimel. Pero bueno, ella venía preparada, de su bolso sacó un paquete gigante lleno de brochas, polvos, sombras, bronzer, lip balms, máscaras de pestañas de todos los colores y miles de otras cosas del demonio que nunca había visto.
- Ya nena, ¿Quieres algo casual ? O ¿Impactante? O ¿Formal?
- Emmm...- Honestamente no sabía que decirle-...casual.
- Bueno, entonces manos a la obra, te aseguro que quedarás super linda.
Tomó una brocha y la untó en una base, que era más oscura que mi piel. Luego agarró un par de polvos raros y me los esparció por toda la cara. Finalmente peinó mis cejas y pestañas, y las últimas las bañó en rimel.
Acercó el espejo, y empezó con su cuenta regresiva.- ¡¡¡¡3...2...1...0 !!!!
Me miré, sinceramente, me veía igual, un poco más bronceada pero casi innotable.
- ¡Gracias Sam!
- De nada.
- ¿Qué hora es?
- Son las...- miró la pantalla del celular-...18:00, tranquila, aún falta.
Nos quedamos en mi cama viendo fotos en el computador. Yo trataba de no moverme y no sudar. Pero Sam tiene un muy buen sentido del humor y siempre me hace reír, y creo que cuando no me quiero reír, me río más de lo normal.
Suena mi celular. Eras tú.
- Hola Princesa, ¿estás lista?
- Sí, bajo enseguida.
Cuelgo y voy rápidamente a la puerta.
- ¡ ADIÓS SAMY ! Nos vemos el lunes- Sam tiene la llave de mi departamento, y yo la del suyo. Es por si ocurre algún accidente o algo así.
Bajo rápidamente las escaleras, ignorando que iba a sudar. Abro la reja, y ahí estabas, esperándome, apoyado en la pared.
- Hola Nicolás - A penas hablé, me miraste.
- Hola Princesa.
Nos acercamos para saludarnos. Olías tan rico, era un aroma varonil delicioso.
No dijimos ni una sola palabra en todo el trayecto, no sabía ni a donde íbamos, con sólo estar ahí, donde tú estabas, yo, era feliz.