v. you're not a monster

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Cassandra había despertado a mitad de la noche, cuando por fin logró conseguir que su mente se desconectara del mundo y unos minutos de paz, ahora estaba despierta y todo eso se marchó

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Cassandra había despertado a mitad de la noche, cuando por fin logró conseguir que su mente se desconectara del mundo y unos minutos de paz, ahora estaba despierta y todo eso se marchó.

Decidió que iría a ver como se encontraba Sarah, todo mundo estaba durmiendo excepto Patrick que lo vio en uno de los tantos pasillos jugando con una especie de arma.

─Mira esto. ─le había dicho en cuanto vio a la rubia cerca de donde él se encontraba. ─al principio creía que no hacía nada, hasta que...

De repente una onda de energía salió disparada de esa cosa y todas las luces que alumbraban el camino se apagaron durante unos segundos.

─Genial. ─murmuro Cassandra mientras miraba el arma en manos del chico. ─ten cuidado con esa cosa, quizá pueda matar a alguien. ─dejo dos golpecitos en el hombro de Patrick y se marchó.

Patrick frunció el ceño y miro confundido a Cassandra, pensaba en los cambios de humor que tenía esa chica.

─Está bien.

Luego de ese momento ella se había dirigido a donde Sarah se encontraba, siguió el protocolo de seguridad. Para llegar hasta allí debía de pasar por donde se encontraba Rasmus, pero no tuvo el suficiente coraje para mirar en aquella dirección.

Al ver que Sarah estaba dormida la arropo un poco más con las sabanas y nuevamente se marchó.

Luego de haber pasado años cautiva por Apollon y Sten, se había prometido a sí misma que trataría de cambiar lo suficiente para no recordar todo lo que pasó en aquel lugar siendo simplemente una niña, costara lo que costara. Y hasta ayer pensaba que lo había logrado, hasta el momento en que las ganas de disparar un arma y ver sangre volvieron a su mente, ahí entendió que todavía quedaba mucho por hacer.

Probablemente nunca dejaría de ser quien fue en aquella organización pero al menos podría fingir que nunca pasó e ignorar los deseos que tenía de volver a disparar un arme.

─Oye. ─la voz de aquella persona hizo que de un salto del susto e instintivamente llevo una de sus manos a su pecho. ─¿Podrías pasarme esa botella de agua?

Dirigió su mirada a una pequeña mesa que se encontraba cerca de la puerta y ahí arriba se encontraban un par de botellas. Tomo dos entre sus manos y, temblando, le saco el seguro a la puerta y la abrió.

─Gracias. ─dijo Rasmus cuando estaba por tomar las botellas entre sus manos, hasta que se dio cuenta que pasaría si tocaba a la chica.

Cassandra también lo noto y se miraron a los ojos por segundos, tal y como la noche anterior cuando ella se había prometido ayudarlo en lo que pudiera.

Sentía como los ojos azules de Rasmus la quemaban y se sentía expuesta ante él, todo eso con solo una mirada, mientras que el chico admiraba lo hermosa que ella era porque nunca tuvo la oportunidad de convivir con chicas.

La rubia se adentró aún más en la habitación y dejo las botellas sobre una mesita de noche que estaba a un lado de la cama que ocupaba Rasmus, cuando Cassandra volteó dispuesta a irse se sorprendió al ver la poco distancia que guardaba el chico entre ambos. Tuvo que mirar hacia arriba para poder ver su rostro.

─Gracias, Cassandra.

Ya lo dijiste. ─pensó la chica y estuvo a punto de decirlo, hasta que recordó que estaba tratando de ser una persona amable. ─de nada, Rasmus.

El nombre del otro sonaba magnífico para ambos, ver como sus labios se movían y pronunciaban sus propios nombres había provocado una sensación extraña en los dos jóvenes.

─¿Puedes quedarte unos minutos? ─la petición del chico hizo que Cassandra frunciera el ceño. ─no puedo dormir, estoy preocupado por mi hermana.

Cassandra, aun sorprendida, asintió lentamente con una mueca en su rostro pensaba en que estaba haciendo aquello para ayudar al chico, pero ese tipo de situaciones no eran de su agrado.

─Gracias.

─No tienes que agradecer por todo, Rasmus. ─el tono de voz que uso hizo que el rubio se sintiera mal consigo mismo.

Rasmus se recostó en su cama y Cassandra se sentó en el suelo con la espalda contra la pared y sus piernas pegadas en el pecho, hacia frio. La mirada de ambos estaba fija en alguna parte de la habitación.

Cassandra mentiría si dijera que la situación no era nada incomoda, la respiración lenta de Rasmus le ponía los pelos de punta y además se le estaba adormeciendo el trasero.

De repente vio como el rubio se ponía de pie, con una gran manta cubriendo su cuerpo y otra entre sus manos, le dio una a la rubia y se sentó junto a ella. Cassandra acepto la manta y la puso sobre sus hombros para cubrirse.

─Sigo sin poder dormir. ─menciono Rasmus.

─No pasaron ni cinco minutos.

─Tienes razón. ─el chico se encogió de hombros. ─pero me da una mala sensación que estés sentada sola en el piso.

Cassandra volteo su cabeza y lo miro, al igual que hizo Rasmus, nuevamente se sentía desnuda ante la intensa miraba del muchacho. Mientras que él quería oírla hablar más.

─No eres un monstruo, Rasmus. ─dijo de repente Cassandra.

─¿Disculpa? ─el ceño del rubio se frunció ante las palabras de la chica.

─La última vez que hablamos. ─en ese momento dirigió su mirada a sus pies nuevamente. ─no eres un monstruo, Rasmus. Solamente un chico asustado de sí mismo.

Seguido de eso sus miradas se conectaron, nuevamente, y esta vez Cassandra recostó su cabeza sobre el hombro, cubierto por la manta, de Rasmus.

El chico tenía una diminuta sonrisa en su rostro, estuvo a punto de acariciar la cabellera rubia de la chica recostada en su hombro pero sintió que sería mucho. Cassandra después de mucho tiempo consiguió sentir esa tranquilidad que había perdido cuando era una niña, cerró sus ojos y se dejó caer en los brazos de Morfeo.

Ninguno de los dos lo sabía, y no lo sabrían por mucho tiempo, pero ese fue el inicio de lo que pronto pasaría a ser una relación más allá de querer ayudar al otro.

GOLDEN ✶ rasmus andersen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora