𝙧𝙤𝙤𝙢𝙞𝙚𝙨 | kookmin au

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Después de que Jungkook se fue a bañar, Jimin y Taehyung se sentaron cara a cara en la mesa comedor/desayunador (todavía no llegaban a la conclusión de cuál era exactamente). Tenían dos platos llenos de fideos con crema frente a ellos, unos vasos largos y botellas de cerveza artesanal.

Hablaban de cualquier cosa y reían, desenvolviéndose (Jimin) mejor a causa del alcohol. Una que otra vez se distraían con la serie hasta que se engancharon, entonces dejaron los platos sin lavar en la mesada de mármol y fueron directo al sillón para seguirla viendo.

Jungkook ya había salido al súper como un capítulo atrás. Ninguno de los dos decía nada al respecto, Tae probablemente porque su atención estaba en la tele y Jimin porque rogaba que siguiera tardando. La conversación actual de los dos se había convertido en hacer comentarios intensos a los personajes como si pudieran escucharlos y estresándose cuando no les hacían caso. Pero estaban divirtiéndose, a su muy chill manera. No la chill que Jimin prefería, pero un excelente avance.

Cuando Jeon llegó, dejó las cosas que había comprado (porquerías; chisitos, papas y birra, alguna que otra cosa necesaria) en su lugar y le dio los alfajores a los chicos. Taehyung le pidió que viera la serie con ellos porque "era la mejor serie del mundo", algo que Jimin suponía que decía de cada serie nueva que miraba.

Jungkook aceptó y se llevó una botella de la cerveza artesanal con él. Se sentó en el sillón al lado de Taehyung, quedando este último en medio de Jimin y él.

Taehyung le contó lo que había pasado hasta ahora y Jimin agregaba los detalles que le faltaban. Contaron las cosas tan por encima que Jungkook entre que entendió todo y no entendió nada, solo sabía con seguridad que tenía que odiar a Ellen Page.

Habrán visto un capítulo y medio juntos cuando Taehyung empezó a dormitarse en el respaldo del sofá y tuvo que despertarse forzosamente.

—Bueno —bostezó Taehyung y se puso de pie—, me estoy re durmiendo, es mi momento de partir. No sigan viendo sin mí.

—No te prometo nada —le contestó Jungkook.

Los otros también se pararon, saludaron a Kim y lo acompañaron hasta la puerta. Cuando se cerró, Jimin medio que no sabía dónde meterse porque ahora los cubría un desentonado silencio.

—Gracias —dijo finalmente para sorpresa de Jungkook, un poco avergonzado—. La pasé bien.

—Te dije que yo siempre cumplo —afirmó Jungkook volviendo a la cocina, también bostezaba porque ya se estaba haciendo tarde.

Jimin se tiró con su celu en el extremo del sillón donde había estado antes, dejó sus pantuflas compartiendo alfombra con las botellas de vacías y subió sus piernas sobre el almohadón para más comodidad.

—Ah, coso —comenzó al recordarse—. Era obvio que se te caía la baba por mis fideos con crema, así que te guardé un poco. Están en el plato tapado de la mesada.

Jungkook no respondió nada, pero metió el plato al microondas. Jimin no sacaba los ojos del celular mientras mensajeaba todo sonriente (tanto por su día como por el pedo) a Hoseok sobre lo que pasó.

—¿Le queda mucho al capítulo? —preguntó de la nada Jungkook, sacándolo de su trance. Inesperado.

—Como veinte minutos —se fijó—. ¿Lo querés terminar?

—Sí, pará.

Jimin escuchó el vip del microondas y el particular sonido gomoso de la heladera al abrirse y cerrarse.

Levantó la vista cuando Jungkook se sentó como indio al otro lado del sofá, con el plato de su comida en una mano y dos birras Heineken destapadas, agarradas habilmente entre los dedos de la otra. Le extiendió una, que Jimin no rechazó, y dejó la suya en el piso para comer bien. Con el plato apoyado en los muslos, tomándose su tiempo y saboreando, Jimin pudo decir por su cara que lo estaba disfrutando.

Ninguno de los dos dijo nada más, Jimin despausó la tele y siguieron viendo hasta terminar el capítulo.