Confusión

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Sus manos recorren las infinitas y suaves piernas del Omega que está debajo suyo, sus manos no parecen querer detenerse, quieren recorrer todo el largo cuerpo de ese peculiar Omega que terminó siendo su predestinado.

Los suaves jadeos provenientes del chico debajo suyo lo incitan a qué sus manos sigan recorriendo todos esos centímetros de piel que están a su disposición, su mirada se enfoca en el sonrojado rostro del Omega, el alfa siente una ternura y satisfacción inexplicable al ver aquellas tiernas mejillas sonrojadas, aquellos dulces labios rojos e hinchados por los constantes besos que han compartido, sus ojos tienen un brillo que hace que su lobo se renueva contento en su interior. Con cuidado se acerca a su rostro para unir sus bocas en otro beso más, sus respiraciones se están combinando, sus labios rozando, cuando al fin iban a eliminar la inexistente distancia que los separa despierta con sus ojos bien abiertos como si hubiera tenido una pesadilla, lleva una de sus manos a su rostro en un intento de quitar el sudor que lo cubre, ya es la segunda noche en que aquel Omega aparece en sus sueños, Mingi se encuentra curioso por encontrar a aquel alto y tierno Omega que es su destinado.

Frustrado corre la ropa de cama dejando a la vista una erección, lleva su diestra hacia aquella zona y empieza a masturbarse mientras recuerda los gemidos de su Omega en sus sueños, recuerda la suavidad de aquella pálida piel, recuerda los candentes besos que compartieron, la sensación que provocaba el encuentro y jugueteo de sus lenguas, su mano se mueve con más rapidez y firmeza con el pasar de los minutos hasta que al fin llega al tan ansiado orgasmo, se queda mirando el techo mientras piensa en aquellos sueños que ha tenido, piensa en que debe ser una señal del destino, que su Omega se encuentra cerca, su lobo en su interior empieza a mover su cola ansioso ante aquel pensamiento.

Su día en la universidad transcurre normal entre clases y conversaciones con sus amigos, pero el recuerdo de sus sueños está constante en su mente los que provocan que esté constantemente mirando a su alrededor con la esperanza de encontrar a su Omega, al final de las clases suspira cansado, son pasadas las 6 de la tarde y por fin se puede ir a su departamento.

Ya en el transporte mira por la ventana los autos pasar, los edificios y personas transitar mientras le da una y mil vueltas a sus sueños hasta que un sonido bastante particular, un pedo, lo hace volver a la realidad, frunce su ceño y gira levemente hacia su costado para ver a la persona, pero antes su mirada se posa en el teléfono móvil de la persona a su lado, y es un audio que le mandaron, luego sube de apoco hacia el rostro contrario y se queda de piedra al ver a aquel rostro que aparece en sus sueños, el Omega se da cuenta de su mirada sobre su persona y le mira de vuelta, ambos pares de ojos bien abiertos no dejan de mirarse como si se estuvieran estudiando, pero todo se acaba porque de un momento a otro todo se vuelve negro.

En medio de la bruma trata de abrir sus ojos, un sonido como de pitidos se escuchan lejanos, sus párpados se sienten pesados, luego de mucho esfuerzo logra abrir sus ojos, lo primero que ve es un techo blanco, el olor a hospital le llega de lleno a su nariz haciendo que arrugue el entrecejo en señal de confusión, gira su cabeza hacia la dirección en que provienen los pitidos y se da cuenta de que está conectado a múltiples máquinas y que había pasado por alto la mascarilla que cubre su nariz y boca, su mirada se pasea por la habitación en búsqueda de alguien, pero esta está vacía.

Trata de recordar lo que pasó y no hay más que vacío en su mente, lo que lo hace asustarse, lo único que logra llegar a su mente luego de unos minutos es el, quizás, recuerdo de el soñando con un omega alto, después el despertando y llendo a clases para después encontrarse al Omega en el transporte público y después más nada.

De repente la puerta se abre dejando ver a dos jóvenes casi de la misma estatura, ambos lo miran con sus ojos abiertos a más no poder, como si nunca lo hubieran visto, y en realidad el no los recuerda, no recuerda nada, el joven más bajito y de piel más oscura aprieta un botón.

-Mingi, ¿Cómo te sientes?- le pregunta el joven más alto, frunce el seño nuevamente en confusión y se queda mirando a ambos jóvenes que esperan ansiosos su respuesta.

No sabe que responder porque en primer lugar no tiene idea de cuál es su nombre. Los jóvenes se miran entendiendo la situación. Ingresa un doctor una enfermera al cuarto.

Luego de un chequeo el doctor le explica que tuvo un accidente de tránsito y que perdió la memoria.

-Por los estudios que te hicimos pensamos que sólo ibas a perder un cierto porcentaje de tu memoria- le dice el doctor un tanto cabizbajo.

Confusión [Yungi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora