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(NA. Por su naturaleza de capítulos cortos parecen independientes (y pueden leerse como independientes), pero en realidad hay algunos detalles que los hacen consecutivos. Los subo todos juntos por la temática de la historia, por lo que no usé el tiempo de la Kakashiweek

El título en realidades una referencia a la frase "Al cuore non si comanda")

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Kakashi está acostado en su cama, con las manos juntas en sus rodillas y el borde del libro sobre su mejilla izquierda.

Le duelen los ojos, por lo que no ha podido leer nada más allá de dos líneas antes de que las letras se vuelvan manchas desenfocadas, un relámpago, luz plateada y el borde desecho del cuerpo de Rin.

Aprieta el ojo de Obito cuando el sol se mueve otra vez en las paredes como una oruga.

Se enrolla en sí mismo, entre la sábana llena de sudor frío y las almohadas que parecen estar rellenas de piedras desbalagándose constantemente sobre su cabeza.

Los pasos suenan afuera de su departamento, golpes leves en el balcón que le indican a Kakashi que deben ser las diez de la mañana, porque es la hora en la que esos ruidos vienen todos los días como una suave ola y luego se van.

No le presta atención a esas cosas, él piensa en la frialdad del libro en su piel, en que estaba haciendo un viento gélido afuera a pesar de que no había entrado todavía el invierno y que solo algunas hojas se habían coloreado por el otoño, avanzando lento por el paisaje ceniciento de la aldea.

Él piensa en esas cosas simples mientras vuelve a arrastrar la sábana debajo de su barbilla; el sol a punto de alumbrar su cama, el ruido de los pájaros afuera, el tono de la gotera del baño, y en cuanto tiempo estaría Gai de pie afuera de su habitación.

Cuenta los segundos, sosteniendo la respiración, y luego se desinfla cuando el reloj avanza.

El sol llega a la línea de su cama antes de que Gai se vaya. Es una victoria tonta, lo hace girar otra vez en las almohadas y al fondo puede todavía sentir el pulso de su corazón golpeando sus venas.

Espera entonces en silencio, no ha podido quitarse el olor a sangre y se ha coagulado en su cabello en una mancha fea que mantiene las fundas almidonadas sucias.

Tampoco ha entrado en la ducha hace días, pero ha lavado su mano constantemente en el fregadero para arrancar las manchas de sangre debajo de sus uñas. Pero no ha funcionado todavía.

El pájaro vuelve a hacer un ruido con el pico en la pared. Lo escucha atentamente, porque parece más fácil escucharlo a él que escucharse a sí mismo gimotear y arrepentirse, es mejor un solo pájaro al ruido del chidori en su mano, que se escuchaba lejano y bofo cuando atravesaba la piel.

Se da otra vuelta en la cama, al mismo tiempo su estómago gruñe y el ruido parece repentinamente alto y lo hace sentir despierto y consciente por unos momentos, solo unos segundos dispersos donde su mente comienza a trabajar otra vez y le dice todas esas cosas que ha estado evitando.

Las rocas suenan en su memoria, el chidori brilla como fuego y siente heridas debajo de la tela de su máscara como dolores fantasmas recurrentes, al igual que su ojo perdido, al que constantemente miraba al espejo antes de parpadear y recordarse que no estaba ahí hace bastante tiempo.

El pájaro se detiene en un momento. El triste distractor que lo ha acompañado lo abandonado en un parpadeo cuando el sol ha calentado lo suficiente su plumaje y las telarañas se han destrozado por completo en la esquina de su ventana.

No podría mandar a mi corazón (KakashiWeek2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora