Egoísmo 1/3

590 86 29
                                    

"El egoísmo es el vicio detestable que nadie perdona en otros, pero que todo el mundo tiene"

(Henry Ward Beecher)


Pensar en ti mismo es algo que el mundo te repite millones de veces, en eslogan comerciales, palabras de profesionales, libros de superación personal, revistas de chismes, entre las personas más cercanas e incluso en las galletitas de la suerte; sin embargo es curioso que cuando decides ponerlo en práctica, cuando por fin te atreves a hacerlo, al mundo ya no le guste.

Reflexionar sobre las cosas que se nos permiten pero que no esperan hacerse era algo a lo que JiMin había estado acostumbrado durante una buena parte de su vida, si bien los límites dibujados de lo correcto e incorrecto eran más que presentes, a veces solo se necesitaba hacer "oídos sordos y vista nula" ante aquello que te imposibilita a hacer lo que tanto deseas. Consideramos al egoísmo como un grave pecado, un fallo de carácter, algo que reprochamos a los demás cuando lo ejercen y un defecto contra el que combatimos al educar.

Pero... ¿Cuánto se nos permiten ser egoísta, cuánto es lo correcto y quién lo destina? ¿Quién es aquel con la potestad suficiente para determinar las cantidades, para juzgar a punto las decisiones? ¿La Luna, Dios, la sociedad? JiMin creí que era uno mismo y solo por el hecho de que era uno mismo el que se ponía los límites, el que balanceaba las consecuencias y quién decidía si tomar la batuta para arriesgarse o simplemente mantenerse en el conformismo de lo que se requería de ti ante la sociedad.

Quizá deberíamos tragar nuestras palabras y reconsiderar el egoísmo. Podría ser que el egoísmo no fuese tan malo después de todo, que un poco de egoísmo ocasional sea el aliño perfecto para tomar decisiones más eficientes.

Los días de reposo, generalmente suelen ser aquellos momentos en los que nos permitimos indagar en nuestra mente, momentos en los que reflexionamos y volvemos a reflexionar una idea solo por temor de no tener una respuesta definitiva, consideramos cosas, omitimos otras y terminamos llegando a la misma perspectiva del inicio, solo que con un poco más de confianza porque quizás hemos encontrado una mejor justificación o simplemente nos complicamos tratando de entender algo que está más que claro.

JiMin cerró el libro que sostenía en sus piernas, miro al otro lado de la habitación ansioso tratando de ocultar su mirada solo para intentar disimular un poco el interés que estaba puesto en la persona del otro lado de la puerta. Espalda ancha, hombros fuertes y la suave presencia de musculatura que se añadía al cuerpo, cabello semi largo y caderas angostas. Observar de tal manera quizás no debería estar del todo permito. Suspiro y alejó la vista con rapidez apenas notar la atención que un par de ojos claros, ligeramente oscurecidos, le prestaban toda su atención. No había expresión, pero JiMin podía sentir esa extraña corriente eléctrica deslindarse en su interior, mordió su labio y trato de mirar de nuevo hacía ese lado.

Quizás eso de ser egoísta estaba un poco sobrevalorado, miro de nuevo, tratando de expresar torpemente disimuló, uno que murió al darse cuenta que la otra persona le seguía mirando, era extraño, JiMin chillón en pánico mientras se escondía de nuevo detrás del libro. Su corazón palpitaba con rapidez y podía escuchar un bajó murmullo que pedía una explicación. Trato de mirar de nuevo con bastante terror y no porque sintiera una especie de aberración, más bien porque estaba experimentando algo nuevo, algo que jamás creía que podría y del que sentía demasiada curiosidad así como pavor.

JungKook se había girado, su atención nuevamente en su locutor mientras mostraba de nuevo su espalda adquiriendo una pose de medio lado con brazos cruzados. JiMin suspiro, apretó fuertemente el libro tratando de controlar su respiración, no podía creer que tuviera miedo, no podía creer que estuviera en esta posición de nuevo.

Sempiterno.🐾 KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora