Welcome to Havock p2

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Bienvenidos a Havock p2

Si la "cálida" bienvenida significaba acosarla con preguntas sobre su país de origen, entonces no le gustaba mucho.

Mientras caminaba por los pasillos con un sándwich en una mano y un jugo en la otra, se preguntó por dónde se había metido; ella aun no tenía la confianza suficiente para aparecerse en la cafetería y arriesgándose a tener que responder un océano de preguntas que para ser sincera, prefería olvidar. Era por eso que compró su almuerzo en máquinas expendedoras para poder aventurarse en los pasillos con la suerte de encontrarse una de las áreas de descanso que vio en el recorrido con Tassilo...también se cuestionó si hubiera sido mejor idea buscar al muchacho para comer juntos y no perderse en el edificio. De hecho en esos momentos, el chico se encontraba en la cafetería mirando las mesas repletas de estudiantes, confuso al no poder encontrar a Blaine; aunque claro, ella desconocía de la situación. "Solo esperemos que no se haya perdido" pensó el chico de los cabellos revueltos. Blaine estornudó en una respuesta inconsciente.

¿Eres de Nueva York? No, de Detroit. ¿Cómo era allí? Lúgubre, gris y apestoso. ¿Extrañas a tus amigos? ¿Cuáles? ¿Y a tus padres? Mucho y a la vez ni una pizca. ¡Que pequeña eres! (si, alguien le soltó eso)...eh ¿Gracias? Esas eran unas pocas de todas las preguntas con las que la bombardearon nada más terminar la primera clase, aunque tampoco podía culpar a sus compañeros, pues no sabían que la principal razón de estar allí en Charletone, era haber huido de casa. Obviamente no contestó mal a todas las preguntas, pues no quería hacerse un enemigo el primer día, sin embargo si le costaba mantenerse sonriente al contestar.

Recordó brevemente su antiguo cuarto, café por la humedad, con el papel tapiz raído y con sus patrones de estrellas descoloridos. Casi todos sus muebles eran viejos y de segunda mano, ropa de muy mala calidad, solo un par de tenis y entre otros cachivaches personales que servían como sus únicas posiciones preciadas. Por la única ventana solamente se podían ver los ladrillos del edificio departamental vecino, el callejón abarrotado de porquería y una pequeña porción de la calle, llena de autos y gente desconocida. Pasaba allí la mayor parte del tiempo, pues la sala de estar siempre estaba llena de basura y siendo ocupada por su padre quien solamente miraba repeticiones de los partidos de Baseball o Futbol americano (en las que siempre gritaba) y si trataba de pedir ver la televisión, le gritaría que volviera a la su habitación. Por lo menos tenía internet, con una velocidad de unos 4mb pero era algo, así que podía estar relativamente tranquila navegando en su celular hasta que su madre entrara colocada en algo y le exigiría que limpiara la casa; cosa que haría sin rechistar. Más temprano que tarde se enteraría de que sus padres eran frecuente consumidores de heroína y que la situación en su casa no era normal, pero se rehusó a llamar a la policía porque no tenía ningún pariente por lo que sabía; además unirse al sistema de orfanatos no sonaba muy atrayente, por lo que continuó soportando esa vida hasta que...

Y chocó con alguien al doblar el pasillo.

Pudo ver cómo lentamente salía un chorrito de jugo de uva de la pajita y manchaba la fina tela rosa del abrigo de alguien.

— ¡Demonios! ¿Qué...? Ah, eres tú— Los ojos helados de Damaris la miraron con inusual tranquilidad.

Blaine sintió hervir su rostro de vergüenza y empezó a disculparse frenéticamente mientras trataba de buscar una servilleta en sus bolsillos, pero como si el universo se hubiera ensañado con ella, se le agarrotó su antebrazo izquierdo.

— ¡Lo siento tanto! ¡De verdad no estaba mirando! Espera espera, creo que tengo una servilleta por aquí, ugh— El dolor en su izquierda la hizo moverse con torpeza. La chica rubia solo miró esto con sumo fastidio y la detuvo.

Searching For Heaven (En Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora