5. Angry angels.

148 21 31
                                    



26 de octubre.

No sé porqué aún te escribo pero creo que si no lo hago enloqueceré. Todo aquí sigue igual de helado, tanto que quema, pero me he logrado acostumbrar. Me han dejado en una casa enorme de la que no he salido, mi único recorrido es el baño que está contiguo a mi habitación. No quiero ir más lejos. Casi no he dormido desde el día que no te veo, ¿sabes? Tampoco se me hace fácil cuando escucho gritos cada cinco minutos por todos lados. Pero no me dan miedo, no sé por qué al escucharlos solo me quedo prestándoles atención. Hay una ventana que da hacia afuera también. Al mirar por ella al principio no ves nada más que niebla pero si te concentras puedes percibir a personas caminando de aquí para allá sin destino alguno, las veo volver una y otra vez. No he comido, aún no me ha dado hambre, no es como si hubiera algo para comer de todos modos. Si soy sincera ni siquiera tengo sueño. Es todo tan extraño, Raquel. No desearía que estuvieras aquí porque este lugar es demasiado deprimente para ti, pero te necesito.

2 de noviembre.

Quizás te preguntes cómo logro escribirte; pues me han dado una especie de libro blanco y una pluma, por alguna razón nunca se acaba la tinta. Por darme me refiero a que solo apareció en la mesa de noche junto a mi cama, nadie entró. Por alguna otra razón sé que me da igual porque puedo escribirte. Tonta, Alicia, tonta... Nunca leerás esto. Como sea, te sigo extrañando.

7 de noviembre.

Dormí una hora. Me despertó irónicamente el silencio. Los gritos no se escuchan a mi alrededor y eso me inquieta ahora, sé que suena una locura pero entre estas cuatro paredes todo puede cambiar lentamente. No veo todo de forma desconocida y eso me da miedo. Nadie ha venido ni he visto ningún rostro más que el mío en el reflejo de la ventana, siento que ya no me conozco.

16 de noviembre.

Duermo tranquilamente ahora, el silencio no me perturba y los gritos me ayudan a descansar. Suena mal, ¿cierto? Como sea, algo se siente distinto cuando abro los ojos. Sigo sin salir de mi habitación porque no tengo interés en lo que hay afuera, ni siquiera recuerdo cómo llegué hasta aquí. Luego de verte desaparecer creo que yo también hice lo mismo. Aún siento tus labios, Raquel.

20 de noviembre.

¿Por qué sigo en esta habitación siquiera? Es tonto. Nadie vino a verme, comienzo a pensar que nadie vive aquí más que yo. Me inquieta de hecho no saber la razón de varias cosas. Como porqué no me ha dado hambre, porqué no necesito ir al baño ya, porqué solo duermo por aburrimiento o porqué ya mis pensamiento se centran en cosas macabras al escuchar tantos gritos. No tengo miedo.

30 de noviembre.

Ha pasado tanto que me parece absurdo haber estado aquí tanto tiempo, creo que las veces que me he acercado a la puerta algo me empujaba hacia atrás. Quizás no estaba lista. Ahora puedo tocar la madera agrietada de la puerta sin problemas y cuando tomo el pomo en mis manos ésta cede. La dejo en su lugar y en cambio comienzo a escribir esto. Es la última vez. Finalmente comprendí, Raquel. Algo en esta habitación ha estado sacando lo peor de mí, lo siento ahora porque ya es parte de lo que soy. Por algún motivo los gritos no me causaban ningún miedo, ver por aquella ventana a esas personas en un sufrimiento eterno... Ni siquiera me ha hecho nada. Es hora de que salga de aquí y me enfrente a lo que hay del otro lado. No tengo nada más aquí pero hay algo más que me falta decirte. Te amo Raquel.

Toda una pila de hojas amarillentas estaban dobladas sobre la mesa junto a la ventana, cartas que Raquel nunca leería. Cuando dejé la última sobre la montaña de papel suspiré, miré con intensidad aquel montón y ví como se encendían en una gran llamarada. Me sorprendí, pero no retrocedí. Era la primera vez que hacía eso pero por alguna razón no se sentía algo nuevo, era como retomar una actividad que parecía hacer desde hace tiempo. Ví el fuego unos segundos más y desapareció, dejando las cartas reducidas a ceniza y un sentimiento pesado en mi estómago.

Prohibido Tocarte; RaliciaWhere stories live. Discover now