✨Yong✨

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Siento a mi nena expuesta y completamente abierta en sentimientos cuando lo dice, bueno, también abierta de otras maneras.

Mi primer pensamiento es el de hacer sangrar al niño idiota que la ha hecho llorar, pero luego, recuerdo todo lo que ha pasado mi dulce niña, y me doy cuenta que está buscando algo en ese chico, algo que yo no le he dado.

Insisto, pese a que ella no quiere decirlo, le saco a "cucharita" cada palabra hasta que arrancó de sus perfectos labios rosados la confesión que tanto quería escuchar.

¿Soy una enferma por sentir esto? ¿Qué está mal conmigo? ¿Qué clase de madre soy si pienso en mi pequeña niña sentada sobre mi sin nada de ropa encima, en sus pechos tiernos y firmes en mi boca y en ese tesoro húmedo y sonrosado al alcance de mis dedos? ¡Carajo, Yong, a tus treinta y tantos años piensas en cogerte a tu nena!

Mierda, pero prefiero ser yo a que sea otro pendejo que solo la lastimará y le haría daño, prefiero ser yo que cualquier otra persona que tome de ella sus primeras experiencias y le demuestre lo que es el mundo del sexo. Creo que, con dieciocho años, ya debe ser tiempo de darle un poco de educación sexual a mi nena.

Coloco mis manos en sus lindas nalgas por sobre la falda cuadriculada y la presiono hacia mi. Me pone tanto verla con su uniforme escolar de faldita a cuadros rojos y negros, la blusa blanca sin camisita central y esas mejillas finas sonrosadas. Siempre ha sido hermosa.

—Ma-ami...— tartamudea, jugando aún con mi saco y el nudo de mi corbata, sin alzar sus ojos hacia los míos.

—¿Qué pasa, bebita?— pregunto, colocando un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja chiquita y perfecta, como toda ella— ¿No quieres que mami te enseñe?

—S-sí, pero... No sé sí...— ella parece indecisa, sin saber si dejarse llevar o renunciar a esa idea en su mente. Pero yo pienso por ambas y simplemente beso la puntita de su nariz, masajeando sus glúteos por sobre esa tela gruesa.

Byul cierra sus ojitos sintiendo el tacto y mis labios besan sus párpados, luego desciendo hasta sus mejillas, dejando miles de besitos en ellas mientas mis manos bajan hasta sus piernas, allí donde las medias blancas y la faldita se encuentran. En un momento en que ella abre sus ojitos y me mira con las pupilas dilatadas, introduzco mis dedos bajo la tela y mi palma cubre la extensión de su muslo firme y tibio, como su vagina sobre mi pierna.

—Aprenderás— susurro en su oído—, que tu piel entera es un órgano de placer.

Ella suspira contra mi cuello, moviendo sus caderas de forma involuntaria, creando un roce delicioso entre mi bragueta y sus bragas húmedas. Mis labios buscan los suyos y los suspendo sobre ellos, en un roce que se queda entre beso y entre nada. ¿Qué estoy haciendo?

Llevo mis manos hasta ese punto deseado donde las piernas cambian de nombre y me detengo, paso saliva con fuerza por mi garganta y uno su frente con la mía, escuchándola respirar con fuerza. Ella no está lista, y no debería ser yo quien lo haga, no debería quitarle esa etapa de inocencia, marcándola con este deseo como me marcaron a mí. Carajo, mamá, ¿por qué no pensaste en mi como yo pienso en Byul?

—No desesperes, muñeca, llegará el indicado— digo, sujetando su barbilla—, y cuando eso pase, quiero que tengas la confianza de decírmelo, ¿okay?

—Sí, mami, lo prometo— responde, su flequillo dando saltitos al asentir.

—Bueno, pequeña, ahora sube a tu habitación y termina tu almuerzo allá. Mami tiene trabajo que hacer, ¿sí?

—Claro, mami. Te amo. — me dice, besando mis labios en un piquito e inclinándose de más, pegando sus pezones duros contra los míos.

—Te amo más— respondo, ayudándola a incorporarse. Al estar de pie, Byul mira mis pechos y se ruboriza, desviando la mirada sube a su habitación. Wheein va detrás y lleva consigo una bandeja con el almuerzo que mi nena no ha terminado.

Saco mi teléfono celular de una de las bolsas del traje, presiono la tecla de desbloqueo e ingreso la contraseña: 2212, la fecha de nacimiento de mi bebé. Busco en el directorio por el número que necesito mientras con una mano toco mi parte íntima. Por fin, Kim Shin Young aparece en el directorio y marco.


—Servicio— contesta la voz femenina en la otra línea.

—Con Kim Shin Young— digo, y la línea espera en silencio hasta que por fin hay una respuesta.

—No esperaba que llamaras entre semana, Solar.— La mujer en la otra línea me llama por el nombre clave, por cuestiones de seguridad. Tomo mi portafolio y me marcho a mí estudio, en el extremo contrario a la casa, lo más alejado posible de mi nena.

—Necesito un servicio premier lo más pronto posible— Dejo el portafolio en el escritorio y me quito el saco y aflojo el nudo de mi corbata que hace que me sienta ahogada. Que la chica no sobre actúe. La última casi lo arruina todo.

—Por supuesto, Solar. Te enviaré a... Sunmi. Su foto en tu celular en un segundo.

Como lo dice Shin, mi celular vibra con una notificación y abro la app del servicio, en la bandeja de mensajes encuentro la fotografía de una preciosa chica castaña, de cabellera semi-ondulada y ojos hipnotizantes, sus tetas medianas y firmes, cintura estrecha y caderitas perfectas. Perfecta. Mi vagina palpita sintiendo el líquido pre-vaginal humedecerme. Necesito un oral con urgencia.

Hago el pago en línea, Shin me asegura que estará conmigo en unos minutos y despejo el estudio, los divanes blancos y las bebidas listas a servir, en el pequeño bar. Las instrucciones a Wheein son innecesarias, ya que conoce de mi rutina. El timbre me saca de las cavilaciones y la ama de llaves la escolta hasta mi estudio, donde la encuentro tan hermosa como en la fotografía: una babygirl para mami.

En su habitación, Byul se siente alterada y muy incómoda, sin saber qué hacer con el calor de su cuerpo y la increíble humedad en su sexo. No puede concentrarse en comer, no puede hacer sus deberes ni evitar un mensaje sin mover sus piernas con incomodidad, todo en lo que piensa es en las manos de su mami sobre ella.

Mira hacia el oso de peluche gigantesco que su mami le regaló en su último cumpleaños y sabe lo que tiene que hacer, porque una de sus compañeras llevó un vídeo a la clase dónde otra chica lo hacía y parecía disfrutarlo. Se decide por fin, quitándose el uniforme y dejándose solo las bragas empapadas, por eso del temor y la primicia de no estar segura. Se sienta de piernas abiertas sobre el peluche, toma las manos del oso que la mira con ojos negros infinitos, y coloca las manos de algodón del oso donde más le conviene, comenzando a cabalgar sobre el inmenso vientre del animal, dejando sus pensamientos llevarla a los lugares más prohibidos, más tabú.


Mommy's gonna give you love (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora