xii.

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Necesitaba decirle. Pudo haber sido la soledad, el miedo, la tristeza o Dios sabe qué cosa, pero un impulso inexplicable llevó a Hugo a citar a Margot en aquel local de comida rápida a las once de la noche. No le importó que estuviera lloviendo a cántaros. Él necesitaba decirle la verdad.

Ella llegó corriendo preocupada, empapada de pies a cabeza. Hugo, sentado en un rincón del lugar le hizo señas para que se acercara.

—¿Está todo bien? ¿Necesitas ayuda? —la chica comenzó a balbucear y murmurar demasiado rápido en francés y Hugo era incapaz de entenderla—. Por Dios, Hugo, ¡habla ya!

—Te estuve mintiendo —soltó.

—¿De qué me estás hablando? —la confusión apareció en el rostro de Margot. Hugo dudó. ¿Debía decirle?

—Adrien nunca te dejó un girasol. Fui yo. Todo este tiempo, lo hice yo.

Hugo se esperó gritos, golpes o un abrazo, sin embargo, ella tomó sus cosas y sin decir palabra salió del lugar.

Él la siguió. La alcanzó bajo la lluvia.

—¿Por qué esperaste tanto tiempo para decírmelo? —gritó ella una vez que Hugo estuvo a su lado.

—Tenía miedo, no sabía cómo ibas a reaccionar.

—¿Y por qué justo ahora? —Hugo se encogió de hombros—. Diablos, Hugo. No tuviste peor momento ¿no? 

Ella volvió a hablar rápidamente y Hugo volvió a tener problemas para entenderla. En un acto de coraje, la besó. No supo cómo se envalentonó, pero lo hizo. Al principio, Margot se sorprendió, pero luego le siguió el beso. Se separaron y Hugo apoyó su frente contra la de ella.

—Te amo —le susurró. 

Sin embargo, pudo sentir como ella negaba con la cabeza.

—Lo siento mucho —dijo alejándose un poco y acariciando el rostro del chico con la mano—. Estoy bien, Hugo. Gracias por los girasoles, pero el hecho de que no haya sido Adrien no cambia nada. Lo amo a él.

—Dame una oportunidad, solo eso te pido —cerró los ojos para sentir la caricia de la chica en su piel.

—Demasiado tarde, Hugo —respondió dando media vuelta y alejándose de él.

Hugo la vio parando un taxi y subiendo a el. Cuando el auto se perdió en la distancia, supo que ya no podía hacer nada más.

—Adiós, Sunflower.

Sunflower || Hugo WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora