[1] Out

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El calor se levantaba en el asfalto, era un día de verano en toda regla, con un sol brillante y muy caliente, ni una sola nube manchaba el firmamento celeste. Un corcel de aspecto demoníaco volaba por el cielo limpio, ensillado con finos y ostentosos accesorios, llevaba en su lomo a un hombre de mirada severa, ambos tenían un porte tan elegante que te obligaba a agachar la cabeza tan solo cruzar por tu campo visual. Y es que no era para menos, pues el hombre que cabalgaba tan magnifica y peligrosa bestia no era nadie más que Alador Blight, uno de los hombres más cercanos al emperador, en resumen, un hombre muy importante. El jamelgo se detuvo frente a las puertas de una institución de aspecto aburrido, techos bajos, nada de decoraciones, color gris y amarillo suave. El lugar era alejado de la ruidosa ciudad, algo peligroso para andar a solas por la noche, pero por suerte de día tan solo había algunos niños correteando y nada interesante. El señor Blight revisó su reloj de mano, de más esta describir lo fino que era aquel aparato con incrustes en brillantes piedras preciosas y de un soberbio color dorado, estaba 5 minutos tarde. Dejó al caballo comiendo algunas piedras de color negro brillante, el animal parecía realmente agradecido con aquel bocadillo. Con la cabeza en alto y un rostro bastante serio ingresó al edificio, algunas enfermeras y personas lo observaban y se apartaban de su camino, susurrando por lo bajo diferentes cosas referidas al hombre. Cuando el castaño llegó a la recepcionista esta no demoró ni un segundo, ni siquiera le preguntó a qué venía, o a quien buscaba "Espere un momento, ella estará aquí en un minuto señor." Fue todo lo que la mujer dijo.

_Vamonos de una vez, y por favor dime que trajiste mi bastón... No quiero compartir uno contigo -El hombre esperaba de brazos cruzados, al oír la voz femenina, algo ronca por el poco uso, se volteó y sus ojos brillaron.-

_Hija... ¿Como te sientes? ¿Segura que puedes volver? Yo uh...

_No te esfuerces... El doctor dijo que estoy bien, debo ir al estilista y otras cosas...

_Deberias descansar unos días Amy... Por favor -El castaño claramente no sabía como reaccionar, estaba alegre, aliviado, asustado, más su rostro era torpe para expresar tal cosa. Su hija no se veía muy animada, más se había acostumbrado, con un profundo dolor, a ver aquella expresión vacía, molesta, tan solo se animó a levantar su mano y con esta acariciar el cabello de su pequeña, quien por desgracia ya no era pequeña, ni suya.- Vine en Fez, espero no te moleste cariño, compremos algo delicioso antes de ir a casa ¿Quieres?

_Fez... No le veo hace algunos días, eh? Se me antoja algo dulce, la comida aquí apesta, vamos de una vez

Padre e hija salieron bajo las miradas inquisitiva de la mayoría, por no decir todas, las personas del lugar, más no parecían darle ni la más mínima atención a aquello. La joven bruja montó el caballo junto a su padre, ninguno de los dos llevaba una buena cara a decir verdad, las emociones eran confusas, y ninguno las expresaba como era debido. Se desarrolló entre ellos una conversación tranquila, más algo incómoda, Alador no quería tocar el tema, Amity no le daba importancia y no hablaría de ello a no ser que la cuestionasen, era un punto extraño el que tenían.

El jamelgo se detuvo frente a las puertas de una enorme mansión, enorme de verdad, con un estilo renacentista muy elegante y soberbio. La adolescente bajó del animal cargando su mochila y suspiró observando quieta, parecía estar asustada, el lugar daba una vibra hostil, y se suponía que era su hogar, aunque nunca lo hubiese visto así. El detalle no pasó desapercibido para su padre, quien se estiró y posó una mano en su hombro, con una expresión tranquila suspiró y acarició su cabeza, dándole unos golpecitos para animarla, no era mucho, pero para la chica significaba más de lo que demostraba, pues entre padre e hija se entendían muy bien.

Promise (Lumity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora