Two ghosts

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- Hola, Harry, he venido a hablar contigo.

La cara sonriente a media luz y con el cubrebocas de Louis observaba a Harry desde arriba. Él estaba paralizado de miedo. 

Los monitores de ritmo cardiaco empezaron a mostrar signos de taquicardia, la súbita presencia de la persona que menos quería ver lo estaba alterando, tanto que no podía decir nada. 

-Shh, shh , shhh, tranquilo, Hazz, solo quiero hablar, no hay razón para alterarse - el castaño hablaba como si fuera lo más normal del mundo irrumpir en la habitación de una persona en estado crítico para hablar. 

Presionó un botón cerca del suero de alimentación y de pronto Harry empezó a relajarse, su ritmo empezó a bajar y se empezó a sentir con sueño. Louis había accionado y subido su morfina, para poder calmarlo. Como sabía usar las máquinas era un misterio para Harry, pero lejos de sorprenderse, solo lucho por mantenerse cuerdo y consciente. Al fin y al cabo, después de la aventura de Louis, se dio cuenta de lo poco que conocía a su marido.

Louis volvió su atención al rizado y se sentó en una silla que estaba al lado, la misma donde esa misma mañana se sentara la madre de Harry. 

- Ay, Harry, te he echado de menos. Aunque no me lo creas. 

Los ojos bien abiertos entre el miedo y la incredulidad de Harry le veían a media luz. Harry enarcó las cejas y dio un bufido mientras giraba la cara lejos de la mirada de Tomlinson. Era claro que no le creía un ápice.


- Verás, Harry, aunque no me devolvías las llamadas y no contestabas mis mensajes, o siquiera me abrías la puerta, no hubo un solo día desde que me corriste que no piense en ti. He pensado mucho en por qué hice lo que hice. La verdad es que no lo sé.

Harry solo escuchaba la perorata que hablaba Louis, mirando a la nada, con su rostro dirigido al techo.


- Perdona que haya tenido que venir así -  continuó Louis - pero es que no sabía como más hacer para verte y que me escucharas. Tu familia y Niall claramente no me dejarían ni asomar mi cara en el hospital. Tu madre me odia, antes era como su otro hijo y ahora no soy más que un desconocido. Y lo peor es que tu mismo no quieres verme, puedo ver en tu rostro la peste y repulsión que sientes por mí. Tuve que hacer esto, mientras salía, luego que tu madre me dijera que despertaste pero pediste no verme, encontré la ropa en un cesto de lavandería desatendido, así que lo hurté y esperé al cambio de turno. Entre al baño y salí de ahí vestido así, sabía donde estabas y solo tuve que fingir ser un enfermero en su ronda. No tardarán en darse cuenta que hay uno de más en el turno y me buscarán. 


A pesar de no querer verlo, Harry debía admitir que Louis era astuto y temerario. Había escogido la noche cuando las guardias son más ligeras, cuando su familia no podía estar con él, se disfrazó de enfermero para poder pasar sin ser visto y aprovechó que él estaba demasiado sedado como para poder responderle o pelear.  Entendió entonces como pudo verle la cara por mucho tiempo mientras tenía una aventura con quien en un tiempo consideró una amiga. Que ciego y que tonto había sido, no solo por Briana, que ahora que lo veía era obvio que le hubiera dado el culo a la primera a su esposo; si no también por Louis, todas esas tardes que le decía que llegaría tarde por que la producción de alguna nueva canción se retrasaba, cuando en realidad estaba en casa de la zorra poniéndole los cuernos.  Cada vez se daba más cuenta que su marido era muy listo, o quizás el había sido muy ingenuo. 

Muy en el fondo sabía que la verdad era otra. Ni ingenuo, ni el otro listo, simplemente cerró los ojos y oídos para lo que no quería saber, hasta que ya no pudo más pues las pruebas eran demasiado evidentes y sus celos demasiado grandes. 

Entre el cielo y el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora