Me quiero quedar así

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Harry corría por un prado. La campiña inglesa era su deleite. Había crecido en la pequeña ciudad de Holmes Chappel, rodeado de demasiados espacios libres, una que otra área de ganado y vecinos muy amigables que se conocían entre todos.

No era sorpresa entonces que amara tanto los espacios abiertos. Mucho sol, mucho verde y mucho aire fresco, lejos del humo denso y viciado que en las grandes ciudades llamaban "aire".

Este prado en particular era bellísimo, una gigantesca extensión de pasto inglés crecido y con olor a rocío matutino, geranios, girasoles y caléndulas.

El contraste de los tonos naranjas, azules y amarillos de las flores sobre un inmenso lienzo verde provocaba tal intensidad y belleza a sus ojos que sentía haber encontrado el Edén.

-¡Tommo, mira estas hermosas flores! Y aquellas, y esas otras- estaba tan contento que apenas notó que Louis se había quedado rezagado. Quería abarcar cuanto pudiera de ese hermoso paisaje.

El murmullo del pasto contra sus jeans y el susurrante zumbido de las abejas era hipnótico, tan relajante que sentía su nuca cosquillear y extenderse el hormigueo hasta la punta de sus pies

Esto era sentirse vivo. Era el gozo de poder sentir, vivir, experimentar.

Tomó una larga bocanada de aire por su nariz, llenándose del delicioso aroma de las flores.

Más allá del prado, en sus limites empezaba un bosquezuelo. Frondosos robles ingleses que se erguían majestuosos uno junto al otro. Madre selvas y jazmines colgaban de sus hojas. Definitivamente este lugar era el jardín de alguien. Era demasiado prolijo y bien diseñado, desde la progresión cromática hasta la olora y la sensible. Pasaba de multicolor y libertad total al un recogimiento meditativo.

Louis por fin le alcanzó cuando este estaba a punto de entrar al bosque

- Espera, Hazz. No deberías adentrarte a un bosque así de buenas a primeras.

Pero Harry apenas le hizo caso y se adentro en medio de dos arboles que parecían formar un arco, una entrada a algún sitio mágico.

Tironeo del brazo de Louis juguetonamente, dedicándole una mirada de complicidad y súplica mientras sonreía con sus hermosos hoyuelos enmarcando su rostro

Louis respondía fingiendo resistir, como si le diera miedo, pero riendo igual.

Ahí estaban, el cielo y el bosque, reflejados en los ojos de los dos. Cualquiera podría decir que asorbieron sus colores y los volvieron perlas que colocaron en sus miradas.

Perlas de color verde y azul. El cielo y la tierra hechos ojos, y sus cuerpos la unión entre ellos.

Harry consiguió jalar por fin a Louis hacia el bosque, ahora reían y corrían a través de el, esquivando lianas de madreselva,raíces leñudas y troncos cubiertos de musgo.

Llegaron entonces a un claro. Era un hermoso espacio rodeado de árboles. Un círculo perfecto, el sol pegaba de una manera inusual y proyectaba la sombra de todas las copas, de forma que habia suficiente lugar donde acurrucarse y sentir el fresco aroma del bosque. Había ahi ademas de robles, abetos y pinos escoceses.

- ¿Sabias que esto estaba aquí? - le pregunó con una mirada provocadora Harry a Louis.

- Mmm... podría ser- contesto el castaño fingiendo muy mal demencia.

El plan de Louis había sido perfecto. Era un sitio bellísimo. Recluido pero a la vez espacioso, un sitio para estar solos.

- Me encanta- dijo Harry abalanzándose sobre Louis, rodeando con sus manos su cuello y besándolo en los labios.

Entre el cielo y el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora