Souvenir | Bambam

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Ella, bajo la luz de aquel letrero luminoso.

Ella, en el parqueadero de una tienda de conveniencia.

Ella, calando el humo del tercer cigarrillo del día.

Ella, ya se va.

Acabamos de tener sexo.

Acaba de decirme "gracias".

Acaba de resolver en que sería demasiado complicado volver a verme.

Ella, con un nombre que empieza con S y un pasaporte de más kilómetros de los que me puedo permitir pagar.

Ella, se va.

Todos lo sabíamos, ella se iba a ir.

"No estará mucho tiempo por aquí" Dijo mi jefe, y me entregó las cajas del papel higiénico.

"No te ilusiones, ella se irá pronto." Decía Minjoo, acompañando sus palabras con una mirada de desaprobación.

"Es solo sexo, ella se irá pronto." Le dije a Yugyeom cuando me invitó a beber.
"Para ti nunca puede ser solo sexo" Me advirtió él.

Ella calaba el humo de su cigarrillo y yo sentía que en esa acción se esfumaba mi aliento. Podría haber sido más calculador y frío, y desde un inicio aferrarme a la idea de que esto nunca iría a ningún lado. No iría más allá que el cuarto de limpieza del restaurante para el que ambos trabajamos. No iría más allá que las cuatro humildes paredes de mi apartamento. No iría más allá de su auto rentado.

Era pasajero, peligroso y entretenido a la vez. Entonces cuando una ola de energía te recorre el cuerpo con tan solo mirarla, cualquier argumento en contra de vivir esta experiencia se siente insignificante.

Porque ella está aquí, todavía.
Porque ella hace tan solo un rato me besaba con una insaciable hambre por bordar en su piel la sensación de ser uno.

No creo que me muera cuando se vaya, pero definitivamente voy a probar las desgracias del infierno. Porque el cielo ya lo toqué estando a su lado, y ha sido demasiado fugaz para creer en un Dios.

Me voy a atrever a anhelar con que ella sufrirá la partida casi tanto como yo, pero esa indiferente forma de moverse entre los rincones de Itaewon me quieren re programar las ilusiones. Me quieren hacer creer que ella tendrá el corazón lo suficientemente duro y frío para no importarle si le digo que la extrañaré.

"Es mejor así" me digo en silencio, es mejor creer que me estoy ahorrando esa penosa realidad. Prefiero no probar la suerte de desnudar más allá de nuestras pieles y hacerle saber lo muy dispuesto que estoy a nunca olvidarme de ella.

Ella, se aproxima al albergue que la ha hospedado en las últimas semanas.

Yo, empuño mis manos dentro de los bolsillos de la chaqueta.

Ella, me enfrenta con su mirada. Una mirada que camufla reclamos y destellos de esperanza.

Yo, suspiro. El aire que sale de mi boca se camufla en frío de la noche.

Tan frío como su corazón.

Ella, revisa en el asfalto alguna silueta dibujada por el agua de la lluvia que corrió.

Yo, desprendo cualquier intento por contenerme.

Ella y yo, nos besamos. Y me permito sentir sus manos aferrándose a mi cuerpo.

Y con nuestras frentes y narices rozando este hilo de sentidos revolcados.

Ella y yo, sonreímos.

Esta última sonrisa se transforma en un souvenir.

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