—¿Tardarán mucho? —cuestionó un pequeño niño moreno de claros ojos celestes.
Frente a él, una bella y joven mujer, muy similar al pequeño en el color de su piel, acarició los cabellos de su hijo mientras le sonreía, pero detrás de aquella bonita y reconfortante sonrisa se escondía la más grande de las tristezas; aquella que únicamente sentiría una madre al alejarse de su niño.
—Volveremos antes de lo que puedas imaginar —respondió ella con voz suave al infante.
—Pero ¿Quién jugará conmigo?
A la adulta vestida de uniforme militar le partía el corazón ver a su hijo triste incluso antes de su partida, pero mostrarle su tristeza sólo empeoraría las cosas.
—¿Qué dices si jugamos a algo, Gerald? Desde la distancia.
—¿Eh? —El menor de nombre Gerald ladeó la cabeza indicando que no había comprendido, pero aún sin entender, parecía interesado en esa idea—. ¿A qué te refieres, mamá?
—Cada uno, desde donde quiera que esté, mirará la luna. Quien haya visto la luna más veces hasta que tu padre y yo regresemos, ganará.
Sin dudas un juego tonto, pero al niño de cinco años pareció agradarle ese plan, esto podía notarse debido a aquella alegre sonrisa que se apoderó de su rostro, sin sospechar siquiera del peligro al que se enfrentarían sus padres.
Luego de unos segundos, se acercó un hombre de cabello ondulado y castaño, similar al del menor, y con un uniforme militar, igual al de la mujer. Él tomó de la mano a su hijo y rápidamente le acercó a un abrazo. Eran escasas las ocasiones en las que el pequeño Gerald recibía abrazos de su progenitor, no porque no lo quisiera o porque tuvieran una mala relación entre ellos, sino porque el mayor no era un hombre que expresara afecto de ese modo muy seguido, no obstante, ahora sentía la necesidad de hacerlo, y sin dudarlo, su hijo le correspondió de inmediato.
—Sabes bien qué es lo que tienes que hacer... mantente saludable y, por favor, no faltes a la escuela. Habrá alguien que vendrá a cuidarte, pero aún así, no olvides que siempre estaremos pendientes a ti... Cuídate mucho ¿Sí, Gerald? —Fue lo único que dijo el mayor a modo de despedida. Después, retrocedió unos pasos alejándose de su esposa e hijo, y tras voltear, dirigió su andar hacia el sendero que conducía a la estación de trenes que los sacaría del pueblo en el que vivían; Aquroya.
La mamá del niño siguió a su esposo unos segundos después, no sin antes besar con cariño la frente de su hijo.
—¡No te olvides de nuestro juego! —dijo el niño cuando ya sus padres estaban muy lejos mientras sonreía. Después, sólo entró a su casa y se quedó ahí sin saber bien que hacer. Por un lado estaba emocionado, podía hacer lo que se le diera la gana sin sus padres en casa, por el otro, empezó a notar su ausencia tan pronto como ya no hacía nada de su acostumbrada rutina.
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The Homunculi's Alchemist ♧ FMA:B ♧ Envy×Male!Oc
FanfictionSe supone que los cinco años es la edad donde los niños empiezan a explorar el mundo que los rodea bajo el cuidado de sus padres pero para Gerald Katsaros los cinco años sería la edad en la que su vida sufriría un abrupto cambio, uno que lo obligarí...