9. R - Pt. 3

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Empecé un camino de besos por tu rostro.
Frente.
Párpados.
Nariz.
Mejillas.
Hasta llegar a tus labios.

Esos labios que nunca me cansaría de besar.
Por el simple hecho de que son tuyos.

Te besé con toda la admiración que te tengo.
Con todas las sensaciones que me provocas.
Con todo el amor que siento por tu cuerpo, tu alma, tu corazón, por ti.

La situación se volvió pasional. Caliente.
Me quité la camiseta, tú igual. Equilibrados ante todo.
La sensación piel con piel fue la más ardiente que sentí en mi vida.

Nuestras manos comenzaron a explorar el cuerpo del otro.
No hubo un solo lugar sin ser tocado.
Sin ser acariciado ni explorado.

Cuando bajé a tu cuello, me detuve un momento para aspirar tu olor.
Era el más exquisito que había percibido.
No me cansaría de él; no podría vivir sin él.
Ese elixir que me enviaba al paraíso.
Nuestro paraíso.

Seguí bajando hasta llegar a tu pecho.
Dibujé una galaxia con mis labios, alrededor de tu cuello, clavículas y pecho.
Una obra de arte.
Corrijo, una parte de la obra de arte.

Con mis dedos estimulé esos botones de tu pecho, te encantaba que toque allí.
Melodías excitantes salieron de tu boca.
Ah, música para mis oídos.
Amaba el hecho de que solo yo podía provocarlos y escucharlos.

Seguí bajando hasta tu intimidad.
Mi lengua fue el personaje principal en nuestra obra de teatro erótica.
Pasando por cada lugar, sabiendo donde hacerlo rápido, lento.
Tus dedos en mi pelo me confirmaban que estaba haciendo un buen trabajo.

[...]

Luego del juego previo, vino lo que tanto esperamos.

Volvernos uno.

Solo éramos dos cuerpos uniéndose.

Dos almas mezclándose.

Dos corazones sincronizándose.

Dos mentes en un mismo mundo.

Nuestro mundo.

Donde se encontraba el más puro amor que un ser humano puede expresar hacia otro.

[...]

Amaba recordar las veces que nos uníamos.
Recordar nuestro momentos llenos de amor.
De pasión, de felicidad absoluta.

Amaba recordarlos, ya que era la única forma de tenerte en mi mente. De sentirse que aún seguías conmigo.

Ha pasado mucho tiempo desde que te fuiste, desde que regresaste al cielo, mi precioso y bello ángel.

Decir 'te extraño' no cambia nada, pero no puedo evitar gritarlo en mi mente.

Con la esperanza de que me puedas escuchar, y darme una señal de que no te has ido.

Pero es en vano, ahora eres un alma pura, libre.

Cómo te amé, mi vida.

Cómo te extraño, mi cielo.

Cómo espero poder reunirme contigo, mi ángel.



















«Zonas de Rojo, Gris y Negro»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora