capítulo 3

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    "El infierno está encantador está noche"

                                                 Indio solari

Marruecos: año 2003

La luz del sol le daba de lleno a Lelia en la cara, haciendo a esta ponerse rojiza. Por su espalda corrían gotas de sudor y su pecho subía y bajaba con cada respiración que daba y cada vez se le dificultaba más mantener el ritmo.

Un cuchillo colgaba de su mano derecha mientras miraba su objetivo.

Una silueta de cartón

Respira tranquila y se concentra en el centro de la cabeza. Flexiona su brazo hacia atrás y tira dando justo en su objetivo.

Mira a su padre entusiasmada de haber hecho un tiro perfecto y su padre le regala una mirada fría cargada de arrogancia.

El desasosiego se hace presente en el pequeño cuerpo de Lelia. Sabía que algo no le había gustado a su padre.

Lentamente su padre se acerca a Lelia y está se estremece por el terror que le da su falsa tranquilidad.

—Eres igual de inútil que la hija de Marcus—Masculla en arabe el padre de Lelia y con una mano la agarra del cuello y aprieta cortando el paso de aire—. Tu no naciste para ser una inútil ¿oiste?

La falta de aire hace que Lelia se ponga morada y boquea en busca de aire. El terror por no poder respirar hace que su corazón lata cada vez más fuerte.

Los ojos azul cristalino de su padre están clavados en los suyos y ve la irá en sus iris. Una barba de varios días decora su mandíbula y su pelo negro está más largo de lo normal.

—Tu naciste para dominar el mundo, para ser una maldita reina—prosigue—. Metetelo en la cabeza.

Suelta su cuello de un tiron haciendo que Lelia pierda el equilibrio y caiga al piso tosiendo y jadeando en busca de todo el aire que pueda inhalar.

Sabe que podría haber sido peor.

—Entrena más, quiero que mañana mejores ese tiro—dice su padre antes de dar media vuelta y marcharse.

Lelia mira por donde se fue y se levanta del suelo buscando un cuchillo y poniendose a entrenar.

Sabe que si no lo hace, no sólo recibirá falta de aire.

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italia: año 2020

Daemon

Un vaso de wiskey en mi mano izquierda y un cigarro en la mano derecha me acompañan en la larga noche.

Salimos de club hace unas horas y el cielo se empieza a aclarar dando paso a el característico azul celeste del cielo y el sol mañanero.

Llegué a mi casa y lo primero que hice fue encerrarme en mi oficina para que nadie me jodiera. Había algo que debía solucionar urgentemente.

Agarró mi móvil y marco llevandolo a mi oreja

—Señor D'angelo. Un gusto hablar con usted—murmura la voz del otro lado del movil—¿En que puedo ayudarle?

Recuesto mi espalda en el respaldo de la silla, pito mi cigarro y suelto el humo.

—Necesito que busques el informe de una persona, Jared—Digo bebiendo del vaso y dejándolo en la mesa.

Oscuro Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora