capítulo 4

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"Existen días malos para aprender a valorar los buenos"

Año: 2020

Lelia

El galpón se encontraba silencioso después de discutir varios puntos de la misión. Christian estaba enojado por que cree que he hecho las cosas mal y Pia está preocupada de que algo me hubiese pasado.

Yo, en cambio, estaba que me dormía en la silla. Se lo que hice y por que lo hice. Creen que soy idiota e impulsiva pero no conocen una mierda de mi. Así que opte por callarme y que dijeran lo que tenían que decir.

—¡Casi te asfixia Lelia!—Exclama Christian alzando los brazos en un signo de frustración.

—Pero no lo ha hecho—Respondo con sosiego y bostezo.

Me mira incrédulo y puedo jurar que el si quiere asfixiarme. Pia por otro lado está aguantándose la risa.

—Eres una idiota—masculla Christian—. No puedo creer lo incoherente que eres. No eres inmortal, no puedes ir por la vida creyendo que eres invencible.

¿qué...?

Me paro de golpe y lo encaró, poniéndome a poca distancia de su cara y nuestros pies casi rosándose. Del arrebato se estremece pero se recompone.

Miro sus ojos ámbar.

—No sabes una mierda Christian—suelto—. Si hago lo que hago es por que se que mierda estoy haciendo. Y no me creo inmortal, yo más que nadie se que esa palabra no abarca para un humano. Y créeme cuando digo que antes de hacer algo lo pienso más de lo debido—concluyo

Sus ojos no abandonan los míos y se que está retándome, pero no entiendo a que.

—No hagas que nos maten y todo estará bien—murmura

—Como haría que te maten si tu ni siquiera estas en las misiones—pregunto levantando una ceja—. Estas escondido como una puta rata, detrás de una computadora.

Un gruñido sale se su garganta, clara evidencia de que esta cabreándose.

No me interesa, sabe que tengo razón.

—Chicos...—Pia se interpone entre ambos—. Vamos a calmarnos. No debe haber discordia entre compañeros.

—Díselo a el... Que mete sus narices donde no lo llaman—mascullo entre dientes.

Pia trata de calmar a Christian y yo me doy la vuelta agarrando mis cosas y caminando hacia la puerta.

—No se ni para que mierda te contrataron—susurra entre dientes Christian detrás de mi—. Serás la muerte de muchos de los nuestros.

Me doy la vuelta lentamente y lo miro.

—Me contrataron para hacer el trabajo que tu ni los demás tienen los cojones de hacer—Digo y sonrío de lado—. Y no seré la muerte de nadie pero si la tuya si sigues hablando mierdas y metiéndote donde no deberías. Ten cuidado por que el que avisa no traiciona.

Sin esperar a que diga algo me doy la vuelta y salgo del galpón y busco mi auto. Subo en el y arranco.

La irá corre por mis venas pero la disipo y conduzco. Christian cree que puede decirme que hacer y está equivocado. No sigo órdenes de nadie y si estoy donde estoy es por algo y no por lamerle las bolas a nadie.

Mi celular suena en mi bolso y con una mano lo busco entre mis cosas. Cuando lo encuentro sin ver de quien trata contesto:

—Hola. ¿quién habla?—pregunto con una mano y la otra en el volante.

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