CAP 36 INCREIBLE

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Gabriel

No existe una mejor puta sensación que amanecer con mi mujer desnuda entre mis brazos y con sus piernas enredadas con las mías, sintiendo el agradable calor que emana de su delicado cuerpecito.

La puse con cuidado sobre las almohadas porque necesitaba ir al puto baño pero mi mujer tenía un sueño pesado. Supongo que haber tomado tanta medicación en el pasado la ayudó a dormir de esa forma. Después que vine me puse el bóxer y me recosté de mi lado de la cama para contemplar a mi muñequita, mi puto mejor tesoro y lo cuidaría con mi vida si era preciso.

Su carita perfilada, su pequeña nariz respingada, sus gruesas pestañas que custodian esos hermosos ojos azules, sus labios finos pero siempre rosados, su piel blanca y tersa, su largo cabello castaño oscuro casi negro, era el rostro perfecto de una diosa, mi diosa, sólo mía y ya no sería de otra forma.

Aparte un mechón de cabello que cubría parte de su rostro y dejé un tierno beso en sus labios.

— Eres lo más putamente hermoso de mi vida Loana—

De momento la realidad llegó a mi cabeza, el señor Oscuro, sus socios, los negocios sucios, el lavado de dinero, una realidad realmente aplastante por un lado y por el otro el club, nuestro estilo de vida, nuestra diferencia de edad, Fernando Bristhon tenía todas las malditas razones para quererme lejos de su hija, ese hombre en muchas oportunidades me habló de ella, de quererla lejos y protegida, de lo mucho que le dolía lo que ella había sufrido siendo una niña y todo por su culpa de una manera indirecta. No soy ningún cobarde, tengo bien puesto los pantalones y lucharé contra quien sea por mantener a mi mujer conmigo, así tenga que ir al maldito infierno y pactar con el diablo lo haré para mantener a Loana a mi lado siendo mi vieja dama.

En cuanto regresemos a la ciudad le entregaré mis letras, le pediré que se vaya a vivir conmigo al club y si acepta entonces iré a enfrentar a señor Fernando Bristhon, porque seré yo quien le cuente todo cara a cara como me lo enseñó mi padre, valiente siempre cobarde nunca. Sé que cuento con el apoyo incondicional de mis hermanos para lo que sea, con el de Clara y hasta con el club de Presco por si estalla la guerra. He vigilado a Bristhon durante mucho tiempo confirmando que no es ningún sanguinario o algo parecido pero no sé de lo que ese hombre sería capaz de hacer por su hija, debía ser precavido y mantenerme en alerta porque ya era un hecho no volvería a soltar a Loana por nadie ni por nada.

Ya llevaba una hora contemplado a mi mujer dormida, respirando tranquila, parecía un angelito caído del cielo especialmente para mí.

Comenzó a moverse entre las sábanas, verla despertar era muy gracioso, se quejaba llorosa y con movimientos perezosos.

— Vamos bella durmiente despierta que me muero de las ganas por meterme de nuevo en tu apretado coño—

Sus tetas quedaron a la vista y se me hizo la boca agua, ese par de bellezas eran un manjar así que me lleve uno de sus pezones a la boca chupándolo duro y la escuché quejarse.

— ¡Aush!—

La ignoré y seguí chupando su pezón, mientras que mis dedos fueron a jugar con su pequeño clítoris y con la humedad de su coño. Sus manos acariciaron mis cabellos dándome señal de que ya estaba despierta. Salí de mi escondite y fui directo a su boca para devorarla, me giré con ella sobre la cama dejando su cuerpo desnudo sobre el mío, comencé a masajear sus grandes tetas mientras que mi pene estaba a punto de estallar de lo duro que se puso el condenado debajo de su caliente coño. Como pude me quite el bóxer y metí lentamente mi dura erección dentro del mojado coño de mi mujer.

— Cabálgame Loa, hazme tuyo y exprime hasta la última gota de mi semen.

— ¡Dios! Gabriel cuándo dejaras de ser tan ordinario.

Hasta Que Te ViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora