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Edmund's Pov.

Los centauros y faunos me guiaron a donde supuse era el campamento de Aslan, donde esperé con todas mis fuerzas que se encontraran mis hermanos. Y Natalie. Mantuve una larga conversación con Aslan acerca de lo que había pasado y también me preguntó si sabía algo a respecto de las estrategias que planeaba usar la bruja contra su ejército. 

Por fin, me contó un poco — lo que él sabía — sobre la larga y difícil jornada de mis hermanos y Natalie para llegar ante él. La angustia y la culpa me invadieron aún más, cuando mencionó las dificultades — causadas por ella — que tuvieron que enfrentar para llegar hasta allí.

¡Edmund!

La voz de mi hermana pequeña me distrajo un poco del gran león dorado, así como lo distrajo a él. A lo lejos, noté como Peter impidió a mi hermana menor de salir corriendo en mi dirección y ante la expresión de Peter, Aslan tomó la palabra nuevamente; asentí y el hizo lo mismo; indicándome con aquel sencillo gesto que podía dirigirme hacia mis hermanos. A pasos cortos, el vino detrás de mi.

Lo hecho, hecho está.—Dijo él León, posando su vista sobre mis hermanos.—No hay necesidad de hablar con Edmund sobre el pasado.—Agradecí su respeto por mis sentimientos; la verdad es que no me apetecía hablar de lo sucedido con mis hermanos, mucho menos sabia como decirle a mi hermana pequeña sobre lo sucedido con su primer amigo Narniano. No sabía muy bien cómo comenzar, sin embargo, me atreví a soltarles un:

¡Hola!

Desvié la mirada aún con vergüenza, segundos antes de que la menor de mis hermanas prácticamente se arrojara hacia mis brazos, que la abrazaron como lo no hacían en mucho tiempo — ahora que estábamos juntos, me prometí a mí mismo y en secreto: protegerla, siempre cuidar de ella y sobretodo: jamás volver a colocarla en peligro.

¿Estás bien?—Me preguntó Susan, denotando un poco de preocupación en su rostro.

Solo un poco cansado.—Contesté, diciendo la verdad.

Duerme un poco.—Me dijo Peter, indicando una tienda de campaña con lona en color rojo y detalles dorados con la mirada.

¿Para mí no hay abrazo?

Preguntó Natalie, sonreí ante la pregunta, nos abrazamos durante algunos segundos antes de que comenzara a caminar hacia donde me había indicado el mayor de mis hermanos, sin embargo, cuando avancé un poco, Peter volvió a llamar mi atención.

¡Y Edmund!—Cuando volteé la vista, mi hermano prosiguió:—¡Intenta no alejarte demasiado! —Aprecié el gesto y le sonreí de vuelta.

En la tienda de Peter habían una especie de sillones de madera con cómodas almohadas. Para quien había pasado las últimas noches en un calabozo de hielo, en el duro y frío suelo de césped y atado a un árbol, aquello era el paraíso; exhausto, caí rendido en los Brazos de Morfeo durante las siguientes horas.

Ante la deliciosa comida que nos había sido presentada, devoré todo a mí al rededor. No comía hacían al menos dos días y si no hubiera llegado aquí — mi muerte no habría sido a manos de la bruja, sino, a causa de hambre.

¡Narnia no se va a quedar sin tostadas, Ed!—Dijo Lucy como "regañándome" en broma.

Estoy seguro de que les empacarán algo para el viaje de regreso.—Dijo Peter, mientras se apoyaba en una piedra, dejando de beber de su jugo.

¿Iremos a casa?—Preguntó Susan y todos volteamos a ver a mi hermano.

Ustedes sí.—Nos dijo, no de forma severa, pero parecía una orden.—¡Le prometí a mamá que los mantendría a salvo!—Dijo al sentarse junto a nosotros.—Pero será mejor que me quede aquí por un tiempo...

Always and Forever {Edmund Pevensie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora