Abril;
Cerré la puerta detrás de mi y enseguida miré a Valentín.
Él se levantó del sofá un poco nervioso y me sonrió ligeramente.
—Hola. —Dijo cortés.
Parecía ser un hombre demasiado modesto y amable.
—Hola. —Le devolví el saludo.
Por alguna razón era extremadamente incómodo.
De pronto una ligera risa salió de su boca, provocando que ría también. Quizá fueron los nervios, pero al menos eso hizo que me destensara un poco.
—Perdón, me llamo Abril. —Me presenté.
—Soy Valentín. —Dijo con una sonrisa más fresca.
—Sí, mi esposo me habló un poco de ti. —Dije y miré su maleta. —Así que.. te puedo mostrar el cuarto.
—Está bien. —Dijo él asintiendo de acuerdo.
Le indiqué para que me siguiera por el pasillo y lo llevé a la habitación del fondo, la cuál era para los huéspedes.
—Puedes quedarte aquí, siéntete como en casa. —Dije amable. —¿Te gusta aquí?
—Sí, está buenísimo. —Dijo Valentín entrando a la habitación. —Han sido muy amables conmigo.
—No es nada. —Dije desde el marco de la puerta. —¿Tienes hambre? Iré a preparar picadillo de frutas a mi esposo, puedo preparar un poco más, ¿gustas?
—No, estoy bien. —Dijo palmeando suavemente sus pantalones.
—No seas tímido. —Dije viendo la indecisión en su rostro.
Él sonrió finalmente. —Bueno, la verdad es que estaría excelente, pero me da algo de verguenza que cocines para mi.
—No es molestia. —Aseguré. —No te quedes con hambre, vamos.
—Okay. —Dijo Valentín. —Solo di me dejas ayudarte.
Mmm.
¿Les va gustando?