Algo Nuevo

8.6K 669 1.8K
                                    

¡Me rindo! 

Ya han pasado al menos tres semanas desde que me he puesto en la tarea de hacerle la mente y cuerpo un puto infierno a ese maldito rubio de mierda, pero solo logro que el maldito ponga mas entusiasmo en nuestra sesión a cada nueva idea que se me ocurre para torturarlo, incluso he perdido la cuenta de cuantas veces lo he rebobinado ya. Le he metido cosas descomunales, lo he hecho chupármela después de metérsela en el culo, lo he llamado por cada insulto que pueda existir e incluso jugué con cada maldito miedo que los humanos hallan presentado.

Nada, ni una pizca de miedo o duda. Esta jodidamente loco.

Ya eran las dos de la madrugada cuando llegué mi cálida y llena de gritos infernales pidiendo ayuda casa, hogar dulce hogar. Mi padre como siempre leía algún libro de autoayuda porque seguramente alguno de sus amantes se acostó con él y lo dejó solo como pasa habitualmente.

—¿Por qué llegas hasta ahora hijo? No te veo hace como tres días—Me preguntó mientras yo me derrumbaba en un sofá de flores que tanto odio pero que al menos es cómodo, joder estoy agotado.

—Estuve ocupado cogiéndome brutalmente a un rubio ninfómano y masoquista que al parecer no entiende lo que es descansar—Dije sin importancia sin quitar mii cara del sofá—Me duele la verga.—No escuché palabra de mi padre al menos durante un minuto.

—No sabia que te gustaba esas cosas, pero estoy orgulloso de ti, al menos sé que cuando me vaya el infierno quedará en buenas manos—Dijo satisfecho, cuando lo miré con disgusto tenia una pequeña lagrima en su ojo, que marica.

—En primera tu no te vas a ir a ningún lado porque no puedes vivir sin tus relaciones toxicas y en segunda, no lo hago solo por gusto, lo hago porque hice un trato en el cual debo torturarlo y si hago que pida que pare me quedaré con su alma ¡pero ese maldito no tiene un puto limite!—Grité frustrado. Papá se quedó un momento pensando en mis palabras.

—Si quieres terminar rápido ese trato lo mas lógico es dejar de darle lo que ese chico pide, si dices que le gusta ser torturado lo mas lógico es hacer lo contrario—Lo miré un momento completamente confundido sin lograr entender a que se refería, ¿Qué podía ser peor que torturarlo como para que ya no quiera continuar?

—No se a que mierda te refieres—Le dije sincero, él solo palmeó mi espalda y sonrió mientras miraba su teléfono.

—Ya lo entenderás, mientras tanto me voy, tengo una cita con Hitler, creo que esta vez será la vencida y me pedirá ser su novio—Luego de eso se fue dando saltitos, pero yo me quedé ahí meditando sus palabras.

¿Qué se suponía que debía hacer?

...

Nuevamente ahí me encontraba, exhausto de haber azotado brutalmente a aquel maldito rubio, echándole en las heridas abiertas las ultimas gotas de cloro que había en la enorme botella, esta vez el escenario era su cuarto pues según él nuestras ultimas sesiones habían sido tan sangrientas que tuvo que remodelar pero la verdad eso me importa muy poco.

Ya eran las 3 de la madrugada así que solo me acerqué a la cama perfectamente intacta que había tendido Pip, esa noche me quedaría como muchas noches anteriores, realmente esto de repetir una y otra vez las mismas torturas me estaba empezando a parecer aburrido, no como cuando era niño cuando me quedaba viendo las repeticiones de castigos eternos en mi amado hogar.

El rubio ingles ignoró por completo las heridas de su espalda y se acomodó su habitual vestimenta tonta para luego recostarse en el frio y duro suelo al lado mío donde yo si descansaba en la cómoda cama.

Lo miré, pensando nuevas formas de tortura pero por mas que pensara las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza duramente, taladrando mi psique como si algo dentro de mi supiera la respuesta pero no lo quisiera intentar. ¿A que se refería con lo contrario a la tortura?

El trato| DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora