Wedding Bells

Quizá no fue la mejor decisión que haya tomado. Dejarla fue de lo que más me arrepiento. Estaba confundido, y ni yo mismo sabía qué quería exactamente. La ruptura fue lo más difícil. Verla llorando, mientras guardaba sus cosas en una valija, la misma que había usado cuando nos mudamos. Intenté parecer firme en mi decisión, pero al final yo también terminé llorando. La amaba después de todo, pero en esos momentos, yo solo quería tiempo para mí, para pensar.

Por tantos días había pensado que fue la elección correcta, de hecho, nos volvimos mejores amigos. Como si nada hubiese ocurrido. Como si todo lo que vivimos fuera no más que un dulce recuerdo del pasado. ¿Quién me iba a advertir de la mala decisión que había tomado? Nadie. Porque me lo merecía. Merecía que me olvide fácilmente, que me haga sufrir lo que la había hecho sufrir.

Pero no quería. No quiero oír las campanas de bodas sonar. No tengo fuerzas para verte con alguien más, para verte en brazos de otro hombre. No puedo perdonarme a mí mismo por haberte dejado, pero ¿Podríamos intentar una vez más? Yo te sigo amando, y no quiero amar a nadie más.