I'm in love with you.

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-En serio que no tienes que hacer todo esto por mí. Es decir, a penas nos conocimos. ¿No es así? –Pregunté, resaltando la última parte como si quisiera demostrar algo.

-Cindy, te considero como una gran amiga ya. –Respondió. Suspiré y volví a revolver la caja que tenía enfrente de mí sacando las pocas cosas que quedaban. Louis soltó un chiflido, y me llamó. Me volteé y vi que sostenía un álbum de fotografías.

-Louis, devuelve ese álbum de dónde lo sacaste. –Exclamé seria. Él puso un gesto extraño, que me hizo reír. Negué con la cabeza y caminé a su lado, el extendió el brazo para que no se lo pudiera sacar, y en un auto reflejo, yo hice lo mismo pero para agarrarlo.

-¿Por qué no lo puedo ver, Cindy? –Preguntó. Yo lo fulminé con la mirada y el tiró el brazo para atrás otra vez.

-Ya Louis no es gracioso. –Exclamé estirándome más y más, mientras él hacía acotaciones indebidas sobre la posición en la que me encontraba. Me reí y eso provocó que perdiera el equilibrio y cayera sobre Louis.

-Quitate que estás pesada. –Bufó bromeando Louis.

-Esto no pareció molestarte ayer. –Burlé y él se río de lo que dije.

-Al fin sacas tu lado divertido. –Exclamó entre risas mientras me paraba y le ayudaba a él a pararse. Solté una risa tímida, que escondí mirando al suelo. El me estiro las manos, para devolver el álbum de fotos y yo lo miré desconfiada.

-Si no quieres que sepa nada de tu pasado, por algo será. Hasta que tú no me cuentes nada, no preguntaré más. –Exclamó con una sonrisa. Por un momento me sentí mal por no haberle dicho que venía de Doncaster, o que nuestras madres eran amigas, o que en realidad yo lo conocía. Estuve a punto de abrir la boca, pero él puso la canasta de mimbre sobre mi rostro y me miró divertido.

-Supongo que ya terminamos de ordenar todo ¿no es así? –Carraspeé. Louis agarró mi mano fuerte y me jaló para salir del departamento. Por un momento me sentí sobre las nubes, él me hacía sentir especial de alguna manera. Él, mi primer amigo, mi primer… amor.

Puede sonar extraño, pero así era. Desde que nos volvimos amigos, él siempre me había tratado como alguien normal, como su igual. Claro que, respetando siempre que yo fuese mujer. Nunca me trató como uno de sus amigos varones, aunque sea, por el corto plazo de tiempo que estuvimos juntos.

¿Cuánto había durado nuestra amistad? Supongo que tres años, desde que cumplí los nueve. Si mal no recuerdo, fue en el verano en el que yo cumplí doce que Louis se mudó de Doncaster para asistir a la secundaria de Londres y bueno, abandonarme. Los años pasaron, pero yo siempre pensé en Louis, a pesar de que él evidentemente se había olvidado de mí.

Pensar que en mi doceavo cumpleaños había prometido tantas cosas, había dicho que llamaría, que escribiría, que… me recordaría. Día tras día, mes tras mes, año tras año; yo pensé que ya no le importaba, y que solo fui una manera de distraerse, y por lo que veo, no me confundí. Creí que fui algo importante, una amiga de la infancia que él sí recordaría. Me había creído tantas cosas de pequeña, tantas cosas que él jamás cumplió. Qué extraño es que, aunque él rompió las promesas que para mí fueron muy valiosas a mi corta edad, yo aún lo siga amando hasta el punto de perseguirlo a Londres.

-¿En qué piensas Cindy? –Preguntó, sacándome de mis propios pensamientos. Miraba la ventanilla del auto fijamente, y al parecer había aparcado en un gran jardín.

-Nada, solo recordaba cosas. –Exclamé con un dejo de nostalgia, que esperé no se notara en mi voz. Él puso un gesto de duda ante mi respuesta y luego suspiro dejando ver otra vez esas grandes sonrisas, típicas de Louis.

-Cómo digas, en fin, aquí está él parque. –Masculló contento. Yo sonreí.

El parque estaba, sorprendentemente, lleno de niños y ancianos. En general, lleno de personas. Madres con sus hijos pequeños y maridos almorzando sobre una gran manta cuadrillé, ancianos alimentando a las palomas, parejas jóvenes jugando. El parque era inmenso, y por sobre todo hermoso. Recordé cuando Louis y yo jugábamos allí, en las hamacas o en los sube y bajas. Eran épocas muy divertidas, para ambos. Claro que ahora, Louis sonreía feliz de que a mí me gustara el lugar, no porque recordara lo que habíamos vivido en ellos de pequeños.

Wedding BellsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora