Si no logras encontrarme || Omegaverse

2. ¡Bienvenidos seáis!

—¡Mi pulsera! —gritó con un agudo sentir de pánico, Den iba arrastrándolo hacia la salida de la habitación.

—Si un estudiante nos encuentra aquí, nos reportarán y castigarán, por favor, por favor, Os, te prometo que la recuperaré, te lo juro, pero ahora, tenemos que irnos... Por favor. —Presionó su agarre, sus ojos estaban en el suelo. Sabía que él no recibiría castigo alguno, pero Os y Al, no tienen la misma suerte –o el descaro– que él tiene. Ya Al será castigado en cuanto regrese, no quiere que Os también le toque dormir en el frío granero o aún peor, recibir los golpes de Harriette.

Sus almendrados ojos miraron la cama por una última vez, realmente no quería irse con su pulsera, incluso no pensaba en las consecuencias que traería que un alfa los viera aquí. Solo pensaba en que, si Sebastián regresaba este semestre para comprarlo, lo dejaría porque no posee la pulsera con él. Era lo único de valor que tenía en toda su vida. Forcejeaba para buscar agacharse y seguir buscando la pulsera, tal vez esta si tendría suerte, pero Den solo quería ya salir del cuarto. Sin embargo, se pudo escuchar como los omegas gritaban en coro "Bienvenido seáis, mi señor", no puso atención alguna a cuál familia habían saludado, solo en el hecho de que, si un alfa cruel les tocaba ver, tal vez morirían por no acatar órdenes a tiempo. Fue así que dejó de poner fuerzas ante el agarre de Den.

Soltó un largo suspiro, una de sus manos se dirigió a su pecho, agarrando con fuerza la prenda de ropa que traía puesta, sentía un dolor abrumante en el lado izquierdo. El pensar que perdería para siempre su amada pulsera, solo provocaba un nudo en su garganta. Unas lágrimas se derramaron por sus mejillas, Den terminó por jalarle para salir de la alcoba.
Su mano delgada y pálida; tomó de la muñeca a Os, para jalarlo y correr por el pasillo, una vez Os comenzó a correr junto con él, le soltó para que no fueran a tropezar. Afortunadamente, ningún estudiante podía verse, al parecer iban apenas cruzando el pasillo principal, ellos tomarían una ruta más larga para no cruzarse con ningún alfa o delta.

Mientras pasaban por los inmensos ventanales de la institución, veían los lujosos carruajes que iban entrando y saliendo. Un escalofrío recorrió la espalda de Os, casi tropezó por estar embobado por aquellos caballos tan finos y limpios –muy diferentes a los que cuidaba Al en él establo.
Pero también se enfocaba en otra cosa, en los escudos grabados en tela de las familias, buscaba aquel de color rojo, con un león como símbolo, sus ojos buscaban con cierta desesperación el escudo de Sebastián.

Cada carruaje, llevaba el emblema de cada familia distinguida en toda Europa. Desde familias francesas, británicas e incluso españolas. Venían desde muy lejos, solamente para que los descendientes de estas familias asistieran a la prestigiosa institución. Después de todo, Harmonie tenía años de haber sido fundada. Además de que, no importase el idioma natal de cada estudiante, puesto que en Harmonie, tenían excelentes profesores de idiomas.

Den era mucho más rápido que Os, por ello, el de rizos a duras penas podía estar al ritmo del contrario, quien estaba sumergido en sus pensamientos al igual que él.
Den, tenía unas inmensas ganas por llegar al pasillo principal, quería estar en la primera fila de su grupo de omegas, incluso tenía cosquilleos en sus dedos de tan solo saber que faltaba solo bajar el segundo piso para poder llegar. No podía soportarlo más, quería gritar, una pequeña sonrisa estaba en su rostro, una que no podía ver Os, algo que tampoco podría ver, era su corazón latir con rapidez y emoción, no solo por estar corriendo, sino por algo que estuvo esperando todo el verano.
Pero como si el destino le bofeteará, recordó que no podía estar recibiendo a los estudiantes alfa.