Todos los omegas estaban estupefactos ante la llegada de Jennings, el Delta que había dado mucho de qué hablar desde que ingresó, ahora regresaba como si nada hubiese pasado hace unos meses atrás. Harriette golpeó el suelo con su bastón, indicando a los omegas e iotas que guardarán silencio; se acató la orden con rapidez, el joven delta mantenía aquella postura tranquila, por más que lo viera, no daba aquella esencia de ser un alfa, mucho menos un delta, su parecido era más al lado de un beta, era delgado y alto, con muy poco músculo, así como tenía un aroma tenue y misterioso; junto a ese agrio y desagradable olor a vinagre.
Tenía un rostro fino, así como un tanto agraciado, un corto cabello castaño con pequeños rizos que apenas y podía notarse, sin embargo, no era lo suficientemente atractivo como para combatir con otros alfas o deltas adinerados.
Harriette, aún con aquella molesta mueca en su rostro, por lo desagradable que era para ella volver a ver al hijo del duque Jennings. Hizo una reverencia ante el varón, después de todo, a pesar de no ser un alfa, tenía que mostrar respeto debido a su apellido:
—¡Bienvenido sea, señor Jennings!
—¡Bienvenido seáis, señor Jennings! —gritaron los omegas en coro, un coro tan roto y lúgubre, así como se podían distinguir leves risas detrás de ese falso respeto. El varón continuaba sosteniendo la cuerda, así como sus botas estaban llenas de lodo, por haber tratado de ayudar a mover el carruaje, que por supuesto, había sido en vano.
—Señor Jennings, le pido disculpas, pero... No recibimos la carta en la que avisaran su retorno a la institución —habló Harriette enderezandose con rapidez. Algo que le provocó cierta molestia a la madre de Archer.
La condesa Aniston, tan fina y con buen porte, su belleza era reluciente a pesar de los años, parecía una flor que apenas había brotado. A diferencia de Archer, quien tenía la piel un tanto rasposa, la condesa tenía la piel tan suave que parecía una muñeca perfecta de porcelana. Su hijo caminó un poco hasta llegar ante Harriette, la mujer dejó encargado su caballo a un beta que estaba en la entrada. Se quitó los guantes de seda con cierta molestia, detestaba tanto que trataran con tan poco respeto a su hijo, aunque, no podía exigir más, después de todo, sabía perfectamente que un delta no puede aspirar al trato que recibe un alfa.
—Qué raro... Se habrá perdido en el camino... —contestó con suavidad Archer, sonreía con cierto ingenio, miró con discreción a su madre, puesto que notó que estaba ya a su lado, la condesa hizo un pequeño movimiento con la cabeza, indicando nuevamente su molestia—. He de suponer que por eso mi grupo de omegas no está presente.
Ambos sabían la realidad; su carta no fue acatada.
Como cada año, la condesa escribía la carta de sus hijos, mostrando que han de asistir a cumplir nuevamente su tiempo en Harmonie, sin embargo, este año, sabían perfectamente que la carta de Archer había sido recibida, al menos que su confiable cartero les haya mentido, lo cual, sabían que no podía ser.
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Si no logras encontrarme || Omegaverse
General FictionUna institución en donde los omegas son esclavos en vez de empleados. Los estudiantes son Alfas y Deltas. Cada estudiante puede tener un omega o un iota para su uso personal, solamente el dueño temporal del omega, puede decidir qué hacer con este. P...