Las clases por fin acabaron, Tae como había dicho llego a la hora que había dicho y pasaron la tarde juntos.
Jimin saco los libros que el y hobi necesitaban y estaban en la entrada de la universidad despidiéndose.
—Recuerda no hables con nadie.
—Ya se, lo tengo bien claro. No soy un niño pequeño.—Dijo abultando su labio inferior en un tierno puchero.
—Si, claro.— Los amigos se despidieron de el, tomando rumbo del camino contrarió a los de sus amigos se puso los auriculares y comenzó su pequeña pero cansadora caminata.
Era un axagerado de primera, el mini café-restaurante estaba a solo diez minutos de su universidad y su casa a unos Quince minutos de distancia.
Tae se fue con hobi al centro comercial ya que se hiban de comprás y por eso no lo alcanzaron al trabajo.
No le importaba caminar al trabajo, pero después de un largo día en el para luego volverse caminando no era muy agradable.
Llegó al lugar diez minutos antes de lo acordado.
—¡Señora chan!— grito el pelirosa adentrándose al local— ¡Estoy aquí!
—¡Oh jimin querido!— Grito con alegría una señora de sesenta años saliendo de la cocina— Cuánto me alegra que estés aquí, me olvidé de decirte que tú cierras hoy y tendrás el local para ti solo, Hyuna no podrá venir hoy, pescó un resfriado y está con fiebre.
— No se preocupe señora chan, mantendré todo bajo control. Es día de semana no viene mucha gente, así que estaré bien.— la señora le dió una gran sonrisa y se fue entregándole la llave al chico sonriente.
Pero estaba tan equivocado y para cuando estaba atendiendo su octava mesa comenzó a arrepentirse.
***
Eran pasada de las doce de la noche y jimin se encontraba cerrando el café-restaurante fue un día largo y agotador. Solo quería llegar a casa tomar una ducha y tumbarse en su cama.
Las calles estaban solitarias y si habían personas eran vagabundos o borrachos que tomaban a primera hora del día hasta caer inconsciente.
Miró su celular y se maldijo a si mismo por no haberlo puesto a cargar. Tan solo duró un minuto y la pantalla se apagó sin volverse a encender.
Bufo y pateo una piedra, hacía frío y el solo llevaba su camina blanca puesta, pues el buso no alcanzo a llevarlo a lavar.
Apretó el agarre de su mochila y tomo camino, jimin no era miedoso, claro que no. Solo trataba de evitar ciertos... Riesgos.
Pero su plan fue interrumpido por tres alfas que estaban saliendo de un bar.
—¡Ey pero que cosa linda!
—¡Hola bonita!
—¡Tu la de pelo rosa!.— jimin no volteó, por qué si lo hace estaría en problemas. Pero freno de golpe.
Su cuerpo comenzó a sentirse extraño y acalorado, su olor se hizo más fuerte y su trasero estaba lubricado.
Miró de reojo a los alfas y estos detuvieron sus carcajadas para mirar al pequeño Omega como una deliciosa presa.
Entonces corrió, sin mirar atrás.
Intento perderlos doblando cuadras, cruzar calles incluso en ir en zig zag.
Pero no pudo y ellos estaban cada vez más cerca.
—¡A-Ayuda!— el pequeño cuerpo del pelirosa corría desesperadamente por las calles oscuras.—¡Por favor que alguien...!—Sus palabras quedaron en el aire ya que su pequeño y frágil cuerpo fue tirado al suelo.
—Nos hiciste correr mucho, pequeña rata.—Hablo uno de los tantos alfas mirando con hambre al pequeño chico que tenía las rodillas lastimadas y con sus ojos inyectados de miedo.
Su celo había llegado y con ello alfas con malas intenciones.
—P-Por favor... n-no me hagan....—sus palabras fueron interrumpidas por la mano de otro alfa quien le tapo la boca para que deje de hablar.
—Hoy será una linda noche.— entonces le arrancó la remera de un fuerte tirón. Las lágrimas del indefenso Omega comenzaron a salir sin vergüenza y su cuerpo temblaba cuál gelatina.
Los alfas estaban listos para comenzar con lo que tenían en mente hace un par de cuadras atrás al sentir ese exquisito olor que soltaba el Omega.
Pero se vieron interrumpidos por las feromonas de un nuevo alfa.
Un alfa echo y derecho.
—Que desastre.—Hablo sin una pizca de amabilidad—Malditos hijos de puta que no pueden controlar sus malditos instintos.— Gruño realmente cabreado y desato la guerra entre los tres alfas.
Mientras que el pequeño pelirosa estaba echo un bollito en alguna parte del callejón sin ver lo que sucedía.
No dejo de estar en esa posición hasta que sintió unos fríos dedos que tocaron su hombro y levantó su vista asustado.
—Ya está.— Hablo con voz gruesa el extraño, no logro ver su rostro por la poca luz que tenía y sus ojos lleno de lágrimas no ayudaban en mucho tampoco.
—¿Q-quien...?— el extraño tiro algo súper pesado al pelirosa sin una pizca de cuidado, como si no le importara lo que acababa de pasar.
—No necesitas saber quién soy, pontela y llega a salvó. Tienes suerte de que tuviera ganas de golpear a alguien hoy.— y se fue dejándolo solo.
El más bajo no lo dudo un segundo más y se puso la chaqueta de cuero y la abrochó, se levantó del suelo y observó como se fue esa figura desconocida extrañado comenzó a correr dirección a su casa.
En cambio el extraño sujeto se fue con una una gran sonrisa en el rostro por haber desquitado su irá con un saco que valga la pena y no se rompiera al primer golpe, después de todo su día mejoro gracias a esa pelea que tuvo.
Detuvo sus pasos al darse cuenta de un par de cosas:...
1: Defendió a un niño.
2: Le dió SU chaqueta a un niño. Y lo más importante.
3: ¿Por que mierda no de dió cuenta de las primeras dos cosas?—Genial, simplemente genial.— Gruño dándose vuelta para ver el pequeño vuelto pero ya no estaba— Bien echo, ahora tendrás que averiguar la casa de ese mocoso.— tanteo sus bolsillos y se acordó que lo tenía en el bolsillo izquierdo de su chaqueta.—¡Por la mierda! ¡Bien echo jeon Jungkook! ¡Ahora tendras que esperar hasta mañana!— y su enojo volvió para hacerle compañía. Pateando una botella se adentro al pequeño bar para terminar sus negocios.
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Algodón Y Fresas ||Omegaverse kookmin||
Fanfiction-¡A-Ayuda!- el pequeño cuerpo de un pelirosa corría desesperadamente por las calles oscuras de Seúl.- ¡Por favor que alguien...!- Sus palabras quedaron en el aire ya que su pequeño y frágil cuerpo fue tirado al suelo. -Nos hiciste correr mucho, pequ...