Cuatro.

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Luego de aquella escena en los pasillos de la finca mariposa a Hanae se le fue ordenado el tomarse un descanso total, no entrenamiento, no cuidar al pilar del fuego, solo reflexionar y reposar hasta que Shinobu considerase que ya estaba bien, por ...

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Luego de aquella escena en los pasillos de la finca mariposa a Hanae se le fue ordenado el tomarse un descanso total, no entrenamiento, no cuidar al pilar del fuego, solo reflexionar y reposar hasta que Shinobu considerase que ya estaba bien, por mientras las pequeñas Naho, Sumi y Kiyo se encargarían de Rengoku.

Así pasaron diez días donde ella prácticamente pasaba todo su tiempo mirando por la ventana de su pequeño dormitorio y Kyojuro solo era atendido esperando que la peliblanca apareciese por esa puerta, sonriéndole y trayéndole uno que otro dulce para acompañar la medicina.

Por su mente pasaba una y otra vez la conversación, o mas bien discusión, que había escuchado, no sabía que la chica se sentía así y se llenaba de impotencia al no saber que hacer para ayudarle al igual que ella lo ha hecho. Su hilo de pensamiento fue interrumpido por el sonido de la puerta siendo abierta.

Sus ojos se negaban a creer lo que veían, era la dueña de sus pensamientos en ese momento, sonriéndole y haciéndole un ademán en saludo. Pero por alguna razón aquella sonrisa a la que ya estaba acostumbrado no era tan brillante como siempre y había unas poco notables ojeras, logrando que el chico se preocupase por el estado de Hanae.

Pero antes de poder abrir sus labios para preguntar por su estado, ella habló.

— Mucho tiempo sin verle ¿no, Rengoku-san?

El contrario solo pudo balbucear un “sí” en respuesta pues su cerebro aún no podía procesar el encuentro que acababa de suceder.

— Pues he vuelto ¿me extrañó? — Expresó con un tono de broma.

— Así es — las palabras hicieron que las mejillas de Hanae se tornasen de un suave rojo, definitivamente no se esperaba aquella respuesta de su parte.

— …Pues no he vuelto sola, hay alguien que quiere verle —. se volteó a la puerta antes de volver a hablar — Vamos, pasa sin miedo, pequeño.
De la puerta emergió un niño de cabellos rubios con las puntas rojas, justo como el pilar de fuego, solo que, con una mirada avergonzada y una diminuta sonrisa, era Rengoku Senjuro, hermano del paciente.

—Hermano… ¡Lamento no haber venido antes! Es que pad-

El mayor le interrumpió pues sabía lo que seguiría, un sinfín de disculpas de parte de su hermano — Tranquilo Senjuro, me alegra que estés aquí.

— ¿… te duele mucho, hermano?

— No, he tenido una muy buena enfermera que se ha encargado de mí

Al decir esto se había quedado observando fijamente a la chica en la habitación, logrando que esta se pusiera nerviosa al instante.

— Si… ¡Si lo desean pueden hablar en el jardín, les daré privacidad! — pronunció con dificultad.

El mayor de los Rengoku soltó una risa antes de responderle — Me encantaría, tengo un tiempo queriendo salir de esta habitación.

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Luego de que Hanae ayudase a Kyojuro a ir al jardín para posteriormente escapar lo más rápido del lugar con la excusa de querer darles tiempo a solas, los hermanos comenzaron a hablar, poniéndose al día de lo que han estado haciendo, hablando de todo y a la vez de nada y soltando risas de vez en cuando.

— Quisiera agradecerle a Takumi-san por haberte salvado, pero no sé cómo… — expresó Senjuro con el rostro cabizbajo.

— … Créeme, realmente yo tampoco sé como hacerlo… Ella… Ella siente que realmente no hizo nada, aunque es la única que piensa así.

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Un tiempo después el menor declaró que debía irse pero que volvería pronto, Hanae llevó al pilar a su camilla para inmediatamente acompañar al primer mencionado hasta la salida.

Senjuro en medio de la caminata detuvo el andar de la chica al tomar su haori con una de sus manos.

— ¿Algo que me quieres decir Senjuro-kun?

—No… ¡Digo sí!... quiero decir… — hizo una pausa —¡quisiera agradecerle por salvar a mi hermano, Takumi-san!

— Oh, eso, tranquilo, Senjuro-kun, yo realmente no hice nada, así que no hay de que agradecer — expresó con una mirada un tanto incomoda.

— Pero si salvó la vida de mi hermano, tanto él como yo estaremos eternamente agradecidos.

— No lo entiendes, yo lo único que hice fue entrometerme y tuve la suerte de no morir y de paso que no muriera Rengoku-san por mi egoísmo…

— ¿No debería estar más agradecido entonces?

— ¿…Cómo?

— Si por su egoísmo terminó evitando que mi hermano fuera asesinado y luego le sanó entonces es mejor ¿no? De no haber sido por eso él hubiera muerto, así que le estoy agradecido por su egoísmo — el Rengoku le regaló una sonrisa — ¡Gracias, Takumi-san!

La peliblanca no pudo ni formular una palabra, estaba en total shock. — Oh ¡mira la hora, me tengo que ir! ¡Fue un gusto conocerle, nos vemos!

Senjuro hizo una reverencia rápida antes de retirarse, dejando a una petrificada Hanae, que en ese momento solo pudo esbozar una sonrisa antes de darse cuenta de que por sus mejillas se deslizaba alguna que otra lagrima rebelde.

Care; Kyojuro Rengoku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora