Care; Kyojuro Rengoku.

Dos.

El Rengoku se despertó de golpe sin entender nada, miró a su alrededor comenzando a entender todo lo que había pasado antes de caer inconsciente.

El tren, la pelea con Akaza y la intervención de aquella chica de ojos como el cielo.

Escuchó la puerta abrirse para dejar paso a la persona que le había salvado la cual portaba una cara de sorpresa al verle despierto

—¡Rengoku-san! ¡Por fin despertó!

El mencionado intentó hablar, pero su garganta se encontraba totalmente seca debido a todo el tiempo en el que su boca no tocó liquido haciendo que comenzase a toser.

Hanae se apresuró a acercarse al paciente para darle algunas palmadas en la espalda y posteriormente servirle un poco de agua del jarrón que había en la mesa de noche al lado de la camilla.

—Despacio y al hablar intente hacerlo lo más suave posible, recibió muchas heridas y tal vez hablar como suele hacerlo le cause mucho dolor.

Y la chica tenía razón, Kyojuro estaba cubierto de vendas por donde se pudiese ver, uno de sus ojos, brazos, caja torácica, una escena ciertamente triste. La Takumi pudo ver como luego de haber bebido todo el contenido de su vaso, con su ayuda claramente, este intentó hablar.

—¿Cuánto… tiempo estuve sin despertar? — Su voz se escuchaba rasposa y se notaba cuanto le costaba hablar.

—Toda una semana, Rengoku-san. Según Kocho-san podría haber durado más en ese estado debido a sus heridas, pero me alegro que haya despertado —. la peliblanca le brindó una gran sonrisa, queriendo expresarle la euforia de por fin verle despierto para luego volverse seria y hacer una reverencia de unos perfectos 90 grados —¡Lo lamento, Rengoku-san!

—… ¿Qué es lo que lamentas?
—Kocho-san me dejó a su cuidado y en dos ocasiones tuve que quitarle parte de su uniforme para cambiar sus vendajes ¡Lo lamento mucho!

Ambos de manera silenciosa agradecieron que el otro no esté mirando así podían ocultar los potentes sonrojos que surcaron sus mejillas debido a la confesión de la menor.

Rengoku tosió, como queriendo sentirse menos incomodo — Entiendo que te fue encomendada esa tarea, gracias por el esfuerzo.

—¡Gracias a usted por perdonarme, Rengoku-san!

La chica procedió a reincorporarse, para luego avisarle a Kyojuro que la disculpase un momento, saliendo de la habitación. El rubio aprovechó para mirar sus vendajes, volviendo a revivir esa pelea con Akaza para después recordar también las palabras de la contraria.

Volviendo a tonarse de un suave rosa sus mejillas.

Hanae volvió con una bandeja entre sus manos, la cual contenía un vaso con lo que parecía ser medicina y un pequeño plato de galletas, dejándola en aquella mesa de noche.

—Esto le ayudará a que le duela menos, sabe un poco mal, pero por favor bébalo todo —. Dijo la chica extendiéndole el vaso.

Él asintió para cumplir con lo pedido, mirando de reojo aquel plato de galletas del cual preguntó luego de terminar el medicamento.

—Oh, esas… pensé que tendría hambre y querría quitarse el sabor de la medicina… — Murmuró la kanoe con cierta vergüenza, Kyojuro sonrió levemente ante tal respuesta mientras tomaba una de las galletas.

¨Sabroso, sabroso¨ decía mientras las comía.

—Tierno —. Dijo sin pensar la chica para luego comenzar a disculparse por su falta de respeto sin parar, haciendo que la sonrisa del Rengoku creciera cada vez más

—Permítame cuidar de usted hasta que se recupere, Rengoku-san.