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• Cambio de edades •  Smut •

Esto de entrenar a los futuros pilares resultó ser más entretenido de lo que esperaba, le traía recuerdos de los viejos tiempos, cuando también aspiraba a subir de rango. Los chicos eran excelentes y disciplinados, al menos lo respetaban. Eso lo aliviaba, aunque eran muy jóvenes. Sacudió los cabellos azabaches del chico que pidió ser su Tsuguko y lo halagó. — ¡Eso estuvo genial, Kaigaku! Sigue así — apoyó al ver cómo avanzaba su aprendizaje con las posturas de su técnica.

El chico frunció el ceño y miró al frente, era un poco serio y reservado. Le agradaba, se concentraba mucho en los entrenamientos. Siguió recorriendo, observando a los demás, corrigiéndoles y dándoles más consejos. Esperaba seguir el ejemplo de la persona que lo acompañó y de quién aprendió a crecer como persona, su abuelo.

Sonrió divertido y conversó con algunos cuantos hasta que sintió un gran peso sobre sus espaldas. Resopló e hizo una mueca abatida, reconoció la sensación, el sonido que generaba en el ambiente con su sola presencia. La intensa mirada de su chico se sentía muy pesada. Se giró sobre sus hombros y lo encontró, estaba con la espalda recargada sobre la pared de la muralla, observándolo fijamente. — ¡Uzui san! ¿Por qué no vienes y entrenas un poco? De esa forma no podrás convertirte en un pilar — decidió hablar, llamándolo para que se una al equipo.

El chico solo entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, lo ignoró y le dio la espalda para marcharse de allí, dejándolo descolocado. Soltó un largo suspiro. Uzui era su chico problemático. El único que rechazaba entrenar en su equipo, aunque a veces lo hacía, pero solo unos momentos para mostrar sus habilidades y ganarse autoridad por sobre los otros.

No podía decirle nada, al fin de cuentas, lo conocía y era SU chico. También aspiraba a ser su Tsuguko al igual que Kaigaku, pero Uzui tenía otros estilos. Entrenaba duro cuando no lo veía y, cuando entrenaban en privado, podía ver el avance que iba teniendo, sorprendiéndose con lo rápido que aprendía las cosas. Su chico solo quería entrenar con él, sin nadie más, únicamente con él. Le preocupaba en cierta manera, quería que fuese más sociable, lo necesitaba, no podía pasarse toda la vida en solitario, creyendo que él estaría a su lado para siempre.

Lo comprendía, Uzui no tuvo un buen pasado. Se lo encontró en unas de sus misiones. El pobre niño de ochos años estaba shockeado, con evidentes heridas y sangre seca en la ropa, dándole a entender que ya hacía días de aquella masacre que le ocurrió a su familia. En el mismo instante en que lo vio, sintió el impulso de protegerlo, de llevárselo consigo. No fue tan fácil, el niño, como era de esperarse, estaba aún en alerta y, creyendo que él era un enemigo, quiso atacarlo.

Se había arrepentido de noquearlo poco tiempo después, pero era la única forma de que pudiera llevarlo.

Curaron sus heridas, limpiaron toda la sangre y lo dejaron reposar por unos cuantos días en la finca mariposa. No dejaba de ir a visitarlo, con unas cuantas informaciones que recolectaron los médicos y otros cazadores, pudo conocerlo mejor. El niño provenía de un clan de ninjas, shinobis que se formaban allí, en su familia. La ropa que llevaba era inusual, además de sus armas, así que debió de suponerlo.

Quiso acercarse a él, conocerlo a más profundidad y cuidarlo, creyó que con rescatarlo y hacer que curaran sus heridas había derrumbado la barrera que había entre ellos, pero cuando intentó tocarlo, el niño volvió a gruñir con evidente molestia.

No dejó de intentar, el pequeño albino de ojos violetas rojizos lo había cautivado, además, estaba solo, necesitaba de su ayuda.

Fue gracias a Chuntaro que logró acercarse finalmente a él. El chico se vio impresionado al ver a la pequeña y redondita ave posarse frente a él, se encariñó rápidamente con el mensajero del rubio, quien de esa forma, aprovechó para hablar con él. Congeniaron y desde ese entonces, el albino lo empezó a seguir a todas partes, sin despegarse de él.

❝One Shots❞  ⌜UzuZen⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora