| Terminar |

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Celestes ojos cual cielo despejado, adormilados se abren con esfuerzo, tan finos rasgos muestran el sueño de su persona, espejo admirado por quién lo viera, bosteza y como un niño pequeño se remueve ligeramente en su asiento, estira brazos y piernas para no caer en la pereza, los largos mechones de cabello se ondean por la cálida ventisca de la tarde que pasa jugueteando por la ventana del conductor, indicándole que pronto llegarán al destino dicho, Yone asiente y vuelve a bostezar, mira de frente la abundante vegetación que decora aquellos suburbios exclusivos, tan caros que ya era estúpido, sus ojos mostraron entonces de nueva cuenta una tristeza abismal, unos minutos más y vería la inminente mansión

—¿Señor? ¿Porque con esa cara?— pregunta extrañado el chófer, un hombre ya de mediana edad—

—Mhmh? No nada...

—Bueno, es que jamás vi una persona que se vea tan deprimida por ver suburbios tan hermosos— agregando un halago, nunca había transitado por estos lares, de todas maneras, la gente de aquí ya tenía vehículo propio, no necesitaban un taxi, seguramente hasta desconocian ese término—

—Solo vengo a ver a alguien, no vivo aquí

—¿Un familiar?— en todo el camino que había recorrido con aquel muchacho, pues para él no podría superar los 30 años, percibió un aura triste, hasta cuándo se había dormido... veía esos rasgos afligidos, quería hacerle un poco de conversa, pues fue tan tranquilo y amable, hasta le pagaría bien, el doble de lo que ganaría en una semana y eso...—

—No exactamente

El final de la carretera fue el cierre de la conversación, este suburbio en particular, era admirado y muy codiciado por estar en un bosque en una alta colina, que le cabía a la perfección la palabra "fantasía" ,la flora era tan hermosa y le daba un aire de paz, hasta antes este lugar para los antiguos había sido un fragmento perdido del mismo reino espiritual, pues aún en estos días, una magia y elementos del fantasioso destino de a dónde van los muertos, se mantenía, solo agregando las lujosas propiedades de distintos modelos, justamente la corona de estas era la mansión perteneciente a Thresh, la inminente construcción hecha para reprochar todo el dinero que su dueño tenía

—¿Acaso usted es conocido de ese empresario?— pregunto asombrado el conductor, su rostro era de sorpresa pura, hasta ya parecía que su boca se le iba a caer por lo abierta que estaba-

—Si...— dijo de lo más tranquilo, abriendo la puerta del copiloto—

—¿Y por eso está triste!?!? Sé que no es de mi incumbencia pero... Ser conocido de un millonario no podría verle algo malo

Yone le pareció razonable su reacción, todo se ve pintado de rosa y muchas veces así es la verdad, el dinero arregla todo lo terrenal, oh bueno... En su mayoría y así le guste o no a la gente, no se podía hacer nada, negó de vuelta algo más relajado, volvió a agradecerle el haberle traído y vio el auto alejarse, volteo hacia la inminente entrada a escasos pasos, sus sentimientos revueltos en mente volvieron, a paso lento paso por el jardín delantero, deteniéndose por momentos para observar las flores en todo su esplendor, está era una de las partes que si extrañaría, ver la vegetación, cuando apenas habían iniciado su relación, estás mismas flores que nacían y renacian, le inspiraba para algún escrito de querida poesía ya dejada, no por él pero Thresh... Recomendó mejor dejarla

—Oh... Amo Yone, bienvenido sea— una de las sirvientas de la limpieza si mal lo recordaba, acercándose a él, correspondió el saludo, haciendo una pequeña reverencia— ¿Desea almorzar? Ya serán más de las 2 de la tarde— más o menos, luego de haber comido poco de lo ofrecido por Yi, se quedo pensante por buen tiempo en la estancia prestada, ya eso de las 11 y tantos, casi para las 12, hizo largo recorrido para llegar, literalmente de la casa de su hermano para la mansión eran casi 2 horas, tuvo que tomar el tren eléctrico y luego dos carros—

¿𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora